lunes, 28 de febrero de 2011

Cambio juramento hipocrático por almuerzo barato.

Sin ánimo de ofender a nadie, solamente de contar una anécdota quiero escribir sobre el tremendo susto que pasamos el día viernes. 

Por alguna extraña razón, las jefas consideraron que para un viernes medio día no había nada mejor que hacer que almorzar en la oficina mientras teníamos una reunión del equipo. Cualquier plan que hubiéramos hecho previamente quedó totalmente des-hecho porque nos avisaron con quince minutos de antelación. En fin, la comida estuvo deliciosa - o sería definitivamente el hambre que tenía - porque me devoré hasta el último arroz y la última lenteja. 

Como es costumbre, todo el equipo se encargó de recoger la mesa, dejar todo en orden y lavar los trastes.  En premio al buen comportamiento - porque se acabó temprano la reunión - decidí comprar helados para todos y ahí comienza la historia. Regresamos de la tienda con un cargamento de helados y nos encontramos con la novedad de que uno de nuestros nuevos compañeros, tuvo un quebranto de salud y había perdido el conocimiento. 

Tanto leer la prensa en la escuelita fiscal, nocturna y rural de mi trabajo; le hice caso a la publicidad que dice "Acuda primero al centro de salud". Salí volada en mi Pepa móvil (Josefina Patricia para los que no son amigos) hacia el centro de salud que queda a tres cuadras de mi escuelita. Llegamos con una cara de alterados que no nos quitaba nadie y nos chocamos contra la cruda realidad: Un doctor que olvidó su juramento hipocrático porque no había almorzado aún, en menos de quince minutos se quejó tres veces por eso. Nos trató como quiso, nos sacó del área de emergencias con un tono bastante despótico que incluía "Qué no entienden la pregunta?", "Cállate y contesta lo que yo te estoy preguntando".

Luego de 35 minutos de perder el tiempo en ese lugar en el que solo recibimos malos tratos y algo de oxígeno, salimos disparados al Hospital Público más cercano. Se debe considerar que el tráfico de Quito hace que "más cercano" se refiera a 30 minutos y eso que yo reconozco que manejo como un híbrido de taxista, camionera y busetera. Llegamos, con el alma en vilo y nos dimos cuenta, nuevamente, de la situación de salud del país. Había un médico para 25 personas. Permanecimos en emergencias, al menos 40 minutos, hasta que pudieron darle un diagnóstico a nuestro compañero. 

Muchas veces he escuchado que la gente quiere seguir medicina para salvar vidas, para ayudar a la gente pero no sé si es la presión de una bata blanca o la burocracia en la que se insertan. Lo cierto es que las deficiencias en el sistema de salud del país son evidentes y quizá, con algo de presupuesto se puedan solventar. Pero qué hacer frente a la indolencia de los profesionales de la salud respecto al sufrimiento de las personas. Acaso se olvidan que uno no acude al hospital por hobby o porque ese día no tenía nada mejor que hacer que morirse... Todos somos gente señores, algunos doctores, otros maestros, otros albañiles y otros.. sociólogos...

sábado, 19 de febrero de 2011

La nueva boss...

(El contenido y los personajes de este post no son ficcionales pero cuento con el permiso y aprobación de los principales involucrados. Además, es con mucho cariño)

Érase una vez, una escuelita fiscal, nocturna y rural que había atravesado una larga temporada de letargo y oscurantismo. Un largo tiempo de poca productividad y muchos rumores de corredor y de baño. Pero como no hay mal que dure cien años, esa era terminó y se inició una nueva: Auschwitz!

Todo inicia con la nueva jefa. Su nombre: Ingrid Estrés Bermeo. Su hobby favorito: Hiperventilar. Adicción: Contar las calorías de la comida y flagelarse por el consumo de las mismas. Su profesión frustrada: Cronista de Radio Tarqui en 31 de diciembre antes de las 12 de la noche. Lo único que tenemos en común: Aficionadas a la automedicación. Realmente cuesta entender cómo tanto estrés puede caber en una persona de su complexión.

Ingrid (Nombre protegido como en muchos de los medios que monitoreamos) regresó a la escuelita fiscal, nocturna y rural para trabajar nuevamente como coordinadora de área. Reconozco que hace un excelente trabajo aunque tiene un serio problema para manejar la presión y es un poco workaholic (Nadie en su sano juicio dice: Me voy a llevar un poquito de trabajo a la casa para no aburrirme, nadie!). Quizá piensen que estoy exagerando pero permítanme contarles una pequeña anécdota para ver si me dan la razón.

Con los nuevos cambios realizados en la escuelita, tuvimos que trastear los equipos y muebles a una nueva oficina que si bien es más amplia, era más conocida como el cementerio. En este lugar iban a parar todos los equipos que ya habían cumplido su vida útil (Digamos que la expectativa de vida de nuestros equipos es peor que en un país del tercer mundo, hundido bajo el océano y después de cumplidas las profecías mayas). Y debido a esta mudanza se hicieron varios cambios en cuanto a la red interna y las conexiones propias de una oficina pero todo quedó bastante bien, considerando que fue hecho por un grupo de aprendices de carpinteros. 

Una vez ubicados en el antiguo cementerio y con los nuevos compañeritos de aula, empezamos las actividades laborales. Cuando todos estábamos de lo más enfocados en el trabajo se oyó un espeluznante grito: "Faltan 27 minutos para la reunión". Sobra decir que se perdió toda la concentración que teníamos hasta el momento y solo hubo oportunidad para un cruce de miradas sorprendidas. No conforme con aquel episodio y, quince minutos más tarde se oyó un nuevo y más enérgico grito: "Faltan 12 minutos para la reunión y les recuerdo que pueden usar su hora de almuerzo para hacer cosas personales en el Internet". Ahora me imagino cómo se sentía vivir bajo la regulación de la SS en la Alemania Nazi.

Para completar el cuadro, la suerte no estaba de su lado ese día pues el inclemente clima de Quito le ha hecho malas pasadas a nuestra compañera de Santa Rosa. Esa misma tarde cayó una tempestad en la ciudad y como nosotros estamos ubicados en el monte y cerquita del cielo, nos llevamos la peor parte. Era casi el final de la jornada de trabajo cuando un rayo cayó muy cerca de la oficina, causando que se apaguen casi todos los equipos - una de las excepciones fue mi computadora - y que se queme el regulador de nuestra nueva jefa, siendo la suya, la única computadora que no se volvió a encender. 

En ese momento descubrí su pasatiempo (Citado anteriormente). Fue casi como ver a Bob Exponja hiperventilando y corriendo en círculos. Con las manos en la cabeza, negando constantemente y con su voz notablemente alterada indicó que tenía que enviar un correo electrónico en ese preciso segundo. Ante ese cuadro lastimero y desgarrador, tuve que cederle mi computadora para que le regrese el alma y el color a su cuerpo. 

Creo que de esta manera queda claro el por qué de su nuevo segundo nombre. O no?





domingo, 13 de febrero de 2011

Mi primera vez...

Llevo 24 inviernos viviendo en Quito, ciudad caracterizada por sus lindas guaguas, por su inclemente clima, por la variedad gastronómica y por las tremendas farras por sus Fiestas de Fundación pero nunca tuve la oportunidad de subirme a una chiva y eso que a mis amigos de Ibarra (Mi ciudad natal) me dicen que soy más quiteña que el Panecillo y de ibarreña tengo solamente la cédula.  

Luego de cuatro días en el taller que inspiró mi post "El poder de una falda", ya con cansancio crónico por no parar de trabajar - y por tener que trabajar en fin de semana -  llegó el día en que me pude trepar al fin en una chiva. Se llamaba la "Chiva Colorada", nos ofrecieron 24 litros de canelazo para 19 personas, lo cual implicaba a más de un litro por persona y era una oferta muy interesante.

Lo primero que tenía que hacer era tomarme una foto colgada como mono capuchino de la puerta de la chiva, todos sabían que era mi primera vez así que fueron muy delicados y considerados con la situación. Al entrar me llamaron la atención varias de las frases que estaban escritas en el techo pero la que más me gustó y pienso adoptarla como una filosofía de vida es “Para vivir enfermo, mejor vivir borracho”. Estas frases muestran la sabiduría popular.

El canelazo que iba y venía y volvía y regresaba me hizo recordar mis tiempos universitarios donde las chumas eran en las Jarras y con una modesta cantidad de 10 dólares como máximo. Con los pequeños vasos de canelazo comprobé, una vez más, que al ecuatoriano le encanta el trago y no importa si es de la Costa, de la Sierra o del Oriente. El alcohol une a la gente. (Próximamente haré mi tesis sobre El Alcohol como lubricante social)

La música fue variada hubo perreo intenso, salsa, merengue, zapateado y el Himno Nacional alterno “En vida que me quisieras” que canté con micrófono en mano y a todo pulmón. Una de las cosas que no tienen precio es verles a los participantes sub 50 bailando hasta abajo y en el tubo. Por eso había hecho el comentario que después de todo, todos llevamos una “teibolera” (pole dancer) dentro.

Mientras nos acercábamos al centro histórico nos dieron un espacio para los amorfinos y los compañeros de la costa se dieron cuerda con la inspiración. La mayoría de ellos estaban dedicados para ofender a hombres y mujeres pero aún así me parecieron super divertidos. “Si Cristo murió en la cruz con 3 clavos solamente, porque no muere tu hermana, que la clava tanta gente” o “Los hombres de este tiempo son como las alpargatas, porque para lo único que sirven, es para meter las patas”.

Realmente como experiencia fue muy chévere aunque el clima de Quito no acolitó y nos cayó una horrenda lluvia que no permitió que nos bajáramos a bailar en alguna plaza del centro.  Y tengo como nota mental nunca más volver a irme con tacos porque no paré de bailar y llegó un punto en que rogaba que me amputaran los pies.  Me imagino que la próxima vez será mejor porque contaré con la compañía de mi cómplice para darle duro y hasta abajo. :)

jueves, 10 de febrero de 2011

El poder de una falda

La fuerza de las ideas tiene el poder para mover voluntades y conseguir adeptos pero el poder de una falda va más allá de lo imaginable. Una falda no importa que sea larga o corta, que muestre mucho o poco, que sea estilo colegial o de hermanita de la caridad; tiene el poder de mover masas y conseguir que se cumplan deseos como una lámpara de Aladino. No me juzguen, esta afirmación no es solamente basada en las creencias populares, en los continuos posts que se leen a diario o en las cosas que se ven y se oyen en la calle, especialmente de los muy caballerosos asistentes de los conductores profesionales de transporte público.

Resulta que esta semana me encontraba en un taller organizado por la escuelita fiscal nocturna y rural en donde trabajo, los compañeros del equipo tuvimos que asistir para colaborar con la logística y el protocolo. Una de mis tareas asignadas era ordenar a los participantes para que suban, bajen, entren, salgan y se apuren. Soy una persona que a duras penas llega al metro y medio de estatura y tengo una cara de guagua que no la oculta el maquillaje; entonces opté por disfrazarme de lady para tratar de conseguir algo más de atención, lo cual me daría mayor credibilidad y facilitaría mi trabajar con los asistentes.

Lavadita la cara soy otra cosa: Alisada el cabello, me puse una falda, tacones altos (un arma de seducción, de tortura y de defensa personal) y salí directo a mi escuelita prestada donde asistiré hasta el domingo. Llegué a las 7:30 - hora que habíamos acordado con el equipo - y me encontré frente a frente con la puerta cerrada y bajo el inclemente clima de Quito. Muy atenta y disimulando mi molestia, me acerqué a la puerta y en un salto el Señor Don Guardia estuvo ahí, me abrió la puerta, me preguntó si tenía frío y casi casi me ofrece una taza de café. Mientras esperaba, iniciamos una entretenida conversación sobre diferentes temas de interés común con este hombre derrochaba amabilidad y me acompañó en la larga espera de aproximadamente 40 minutos (Sí! 40 minutos más tarde, llegaron mis compañeros!).

Poco a poco empezaron a llegar los participantes de once provincias del país, gente muy simpática y afable. Entre conversas de ascensor, de espera, de intermedios y caminatas conocí a muchas personas y muy interesantes. Lástima que sea la única socióloga metida entre tanto comunicador. Mi tarea consistió (y sigue consistiendo estos días) en organizar los recesos y coordinar con los encargados de la escuelita prestada para que todo esté en orden con los equipos y refrigerios. 

Entre el sube y baja, lleva y trae, corre y corre de ayer me di cuenta que no era mi natural elocuencia lo que causaba una excesiva cortesía en la gente sino el poder de la falda que llevaba puesta. Sin querer, logré obtener puestos preferenciales, dos raciones de refrigerios, que me presenten accesorios del departamento de sistemas, que posen y hablen frente a las cámaras cuando hacía las entrevistas y el registro fotográfico, que me ayuden a mover los muebles y a colocar los banners, etc, etc, etc.

No sé si indignarme y sacar mi lado feminista acérrimo y decir que todos los hombres son así o simplemente dar la razón al adagio popular pero tan discriminatorio que dice "Como te ven, te tratan". Quizá me anime algún día a hacer el mismo experimento con mi estilo natural y zarapastrozo que tanto disfruto, porque de nada sirve toda la cordialidad de la gente cuando su mirada está del cuello para abajo. Sinceramente no creo que tenga sentido la campaña contra los atentados verbales a la mujer porque si hay algo que he aprendido en este taller es que vivimos en una sociedad tan violenta que ya ni siquiera nos damos cuenta, se ha convertido en algo que ya ni nos llama la atención. 

Aunque de nada sirva.. Reacciona Ecuador, a las mujeres nos gusta vestirnos como nos da la gana y no ser juzgadas por ello! 

miércoles, 9 de febrero de 2011

Poniéndonos serios...

Esporádicamente suelo escribir cosas que están por fuera de mi cotidiano humor blanco, negro o colorado. Esta vez quiero confesar algo que llevo muy dentro de mí y que obviamente lanzo al mundo virtual, esperando que estas letras y este desahogo cotidiano me permitan ahorrarme la cita al psicólogo y contar con el apoyo de los amigos imaginaros que están en algún lugar del 2.0.

Resulta que mi hermano, mi hermanito, cumplió 17 años y me impactó sobremanera saber que aquel niño se ha convertido en todo un señor y que me he vuelto la hermana sicótica y celosa que ya no se preocupa de una caída en la bicicleta y se rompa el pie sino que teme - con todas su fuezas - que meta la pata. 

Mi hermanito, aquel a quien tenía que llevar obligada al parque para que juegue a la pelota, ahora me exige que le vaya a dejar en una fiesta con sus amigas y amigos. Mi hermanito, a quien yo le compraba la ropa es ahora quien me hereda la suya porque resulta que es más alto que yo y por una cabeza. 

He visto el tiempo correr tan rápido en su rostro. Es gracioso como se me ríe y parece que oye una historia fantástica de antaño cuando le cuento que nuestra diversión de niños consistía en subir a los árboles, conducir [chocar] con coches de madera y nos excitaba a morir jugar "rin rin, corre corre".

Para su cumpleaños quise dedicarle una canción y acudí al youtube como mi principal recurso para hallar algo que realmente exprese lo que quiero decir. Y sin duda, hallé una canción que se acerca muchísimo a lo que siento actualmente por mi hermanito quien se ha convertido en mi único hermano y en mi inspiración para salir adelante.

Es un tema de Taylor Swift, se llama "Nunca crezcas" y aunque no es mi estilo musical favorito, sé que todos aquellos que tengan hermanos menores se han sentido de esta manera.

jueves, 3 de febrero de 2011

Paintball: El juego de la muerte

Estamos en la víspera del cumpleaños de mi hermano, bueno, falta casi una semana pero si algo ha aprendido de mí es que las fiestas patronales se festejan quince días antes y quince días después. Mi hermano menor es un adolescente tan raro y extraño como todos los demás, pero en el fondo sabe que le quiero y que es la razón de mi vida.

Aprovechando ese conocimiento me pidió que le lleve al cine a ver una película que ya desde el título me sonaba mal "Paintball: El juego de la muerte". Yo personalmente disfruto de las películas de terror cuando tienen una trama convincente y no son solamente sangre, sudor y más sangre. Luego de varios intentos disuasivos, no pude evitar ir a ver la película.

Llegamos al centro comercial, compramos las entradas, compramos una bandeja de nachos y coca - cola. Desde la presentación la película empezó mal pues la publicidad para ir al campo de paintball parece hecha por novatos y son un par de alemanes, veteranos de guerra, con un inglés poco fluido que mantienen el estereotipo de Alemanes Beligerantes.

La idea general de la peli es que un grupo de gente entra a jugar pero no saben que hay un cazador que usa balas de verdad y los va matando uno a uno para dar gusto a un grupo de personas que pagan para presenciar los asesinatos. Si bien la trama como tal no suena muy mal, hay que analizar todos los demás elementos que realmente cooperan para que se convierta en un desperdicio de dinero y de tiempo.

Primero la cuestión del manejo de la cámara, que si bien es cierto que está de moda darle un toque "realista" a las películas con un movimiento de cámara, en esta película parece que el trípode tuviese Parkinson. La cámara nunca se estabiliza y llegó a causar cierto mareo en los espectadores, especialmente a mí.

Por otro lado, muchos de quienes participaron en la película no tomaron clases de arte dramático pero daba casi igual porque todos vestidos de camuflaje y con la máscara eran igualitos, ni siquiera se sabía de qué bando eran. Cada vez que moría uno, solo tocaba ir descontando así como la canción de los perritos. que cantaba Cepillín.

Bueno y en "Asuntos varios" resulta que el "cazador" es una persona con discapacidad visual pero ve clarito las siluetas de personas, animales y cosas con una cámara térmica. Eso hasta podría llegar a tener sentido pero lo más extraño es que las pistolas, rifles, machetes, balas de ácido (sí, sí todas esas armas se usaron en la película) también se podían ver en con la cámara porque me imagino que son de sangre caliente.

En fin, como siempre en este tipo de películas mueren todos y sobrevive una chica le da una clase de supervivencia a MacGiver, nunca se daña su manicura pero queda totalmente desquiciada. Y para reducir la crítica, ahí se acaba la película.

Prendieron las luces y pude ver la cara de decepción absoluta en los demás asistentes, empezando por las de mis acompañantes, habían otros que salieron maldiciendo silenciosamente por haber desperdiciado dinero en una película de terror tan mala.

Pero como no todo es malo, salieron dos cosas buenas de esta salida. La primera es que mi hermano prometió escucharme cuando le diga que una película suena realmente mala y no vale la pena ni siquiera comprar el CD pirata. Segundo, y lo mejor de la película, definitivamente fueron los nachos.

MORALEJA: Si el título de una película suena mal, seguramente el resto irá peor...

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...