domingo, 13 de febrero de 2011

Mi primera vez...

Llevo 24 inviernos viviendo en Quito, ciudad caracterizada por sus lindas guaguas, por su inclemente clima, por la variedad gastronómica y por las tremendas farras por sus Fiestas de Fundación pero nunca tuve la oportunidad de subirme a una chiva y eso que a mis amigos de Ibarra (Mi ciudad natal) me dicen que soy más quiteña que el Panecillo y de ibarreña tengo solamente la cédula.  

Luego de cuatro días en el taller que inspiró mi post "El poder de una falda", ya con cansancio crónico por no parar de trabajar - y por tener que trabajar en fin de semana -  llegó el día en que me pude trepar al fin en una chiva. Se llamaba la "Chiva Colorada", nos ofrecieron 24 litros de canelazo para 19 personas, lo cual implicaba a más de un litro por persona y era una oferta muy interesante.

Lo primero que tenía que hacer era tomarme una foto colgada como mono capuchino de la puerta de la chiva, todos sabían que era mi primera vez así que fueron muy delicados y considerados con la situación. Al entrar me llamaron la atención varias de las frases que estaban escritas en el techo pero la que más me gustó y pienso adoptarla como una filosofía de vida es “Para vivir enfermo, mejor vivir borracho”. Estas frases muestran la sabiduría popular.

El canelazo que iba y venía y volvía y regresaba me hizo recordar mis tiempos universitarios donde las chumas eran en las Jarras y con una modesta cantidad de 10 dólares como máximo. Con los pequeños vasos de canelazo comprobé, una vez más, que al ecuatoriano le encanta el trago y no importa si es de la Costa, de la Sierra o del Oriente. El alcohol une a la gente. (Próximamente haré mi tesis sobre El Alcohol como lubricante social)

La música fue variada hubo perreo intenso, salsa, merengue, zapateado y el Himno Nacional alterno “En vida que me quisieras” que canté con micrófono en mano y a todo pulmón. Una de las cosas que no tienen precio es verles a los participantes sub 50 bailando hasta abajo y en el tubo. Por eso había hecho el comentario que después de todo, todos llevamos una “teibolera” (pole dancer) dentro.

Mientras nos acercábamos al centro histórico nos dieron un espacio para los amorfinos y los compañeros de la costa se dieron cuerda con la inspiración. La mayoría de ellos estaban dedicados para ofender a hombres y mujeres pero aún así me parecieron super divertidos. “Si Cristo murió en la cruz con 3 clavos solamente, porque no muere tu hermana, que la clava tanta gente” o “Los hombres de este tiempo son como las alpargatas, porque para lo único que sirven, es para meter las patas”.

Realmente como experiencia fue muy chévere aunque el clima de Quito no acolitó y nos cayó una horrenda lluvia que no permitió que nos bajáramos a bailar en alguna plaza del centro.  Y tengo como nota mental nunca más volver a irme con tacos porque no paré de bailar y llegó un punto en que rogaba que me amputaran los pies.  Me imagino que la próxima vez será mejor porque contaré con la compañía de mi cómplice para darle duro y hasta abajo. :)

1 comentario:

  1. Personalmente las chivas es de las cosas que mas detesto de Quito, pero me alegra que te haya gustado

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