viernes, 20 de mayo de 2016

Tengo una mami lechera, no es una mami cualquiera...

* Contenido explícito, no apto para personas sensibles*

Como ahora soy monotemática en las conversaciones y post (Solo se refieren a Juan José), he hablado con mujeres que ya son mamás y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la posición que tienen respecto a la lactancia. Para muchas ha sido una experiencia traumática e incómoda por varios factores: 

  • Dolor en las chichis: Dar de lactar puede ser doloroso porque el bebé agarra, aplasta, hala y lastima los pezones. Yo intenté prepararme para esto desde el embarazo utilizando un cepillo dental durante mis duchas hasta que agarraron la consistencia de chupón! Salvo las molestias iniciales, no sufrí como cuentan muchas mujeres. 
  • Aumento de tamaño de copa: Siempre me he quejado de la falta de delantera, el embarazo y la lactancia me han quitado ese complejo. Soy muy feliz luciendo el nuevo escote (mientras dure esta etapa) y usando blusas "abre-fácil" para dar de comer al pequeño cuando le de ganas. 
  • Los sitios públicos: Cuando el hambre llama, no hay mucho que podamos hacer con los bebés porque nos lo hacen saber a los gritos. Si son de las que optaron (o fueron obligadas por el pediatra) por la lactancia exclusiva, no tienen otra opción que sacar la chichi y enchufar al guagua. Debo confesar que esto me ha resultado incómodo porque el exhibicionismo no es lo mío y tiendo a sonrojarme cuando hay mucha gente mientras debo dar de lactar. En todo caso, hay pañuelos o pañales de tela que se ponen en el pecho durante el proceso y nadie tiene por qué ver más allá.
  • Olor a leche 24/7: Si eres una mami lechera no te salva nadie de oler a leche todo el día pero con un bebé en casa hay que acostumbrarse a constantes fluidos - propios y ajenos - en la ropa y el cuerpo. La leche es lo que menos me preocupa. Es necesario usar protectores o recolectores para evitar que la leche manche la ropa, con eso basta!
  • Cuidar las comidas: Esto es una de las cosas más difíciles para mí porque soy un tractorcito comelón (y la lactancia me permite comer todo lo que pueda sin subir de peso!). Todo lo que entra en mi organismo se va a la leche y le paso al Juanjo y con el método de prueba - error me he dado cuenta que hay cosas que le sientan fatal como la leche, el maní y la fanesca. Evidentemente, mi consumo de café y alcohol sigue restringido y, de vez en cuando, los extraño a ambos. 
  • Angustia extrema: Lo que realmente ha sido muy duro de esta etapa es la duda. Al ser mi primer bebé tengo muchas inquietudes respecto a su alimentación, salud y desarrollo. En muchas ocasiones pensaba que mi leche no era suficiente y que le dejaba con hambre, esto desembocaba en llanto de lado y lado (aparentemente, en este año he llorado muchísimo) pero con paciencia y serenidad, tengo lo necesario para darle de comer al Pochito y armar el banco de leche que ha servido mucho ahora que regresé a trabajar. 

Esto de la lactancia, así como toda la maternidad, requiere de mucho amor y paciencia (de esta última he tenido que aprender a la brava). Se trata de una etapa nueva con muchas decisiones que tomar, muchos momentos de crisis y miles de consejos no pedidos o juicios no deseados. Al final del día, lo único que importa es que mamis y pochis hagan lo que sientan que les va bien. (Ese es mi consejo no pedido).




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