miércoles, 1 de julio de 2015

Problemas de actitud (?)

Desde que tengo memoria, siempre he sido algo inquieta y traviesa. Al parecer, tengo demasiada energía acumulada y generalmente explota en los momentos menos oportunos por lo que desde que estaba en el jardín de infantes, supe lo que era pararse detrás del pizarrón como castigo por molestar en clase. 

Las cosas no mejoraron en la escuela. De vez en cuando, mis papis tenían que acudir a los llamados de las monjas para escuchar la retahíla de reclamos por ser "muy inquieta", por "reírme muy alto"o por "causar disturbios con las otras compañeritas". Mamá amenazó con sacarme de la escuela y comprarme un cajón para limpiar zapatos si no mejoraba mi comportamiento.

Las cosas no mejoraron en el colegio. En primer año del colegio, nuevamente, tuve que asistir al rectorado con mis papás porque tenía un bajo promedio en Disciplina - definitivamente, es la "materia" más difícil - pero se pudo negociar la condición de la matrícula.

Las cosas no mejoraron en la universidad. Yo me sentaba atrás, molestaba a mis compañeros - por primera vez compartía las aulas con muchachos - y más de un profesor creyó que hice trampa cuando recibió mi primera calificación de las pruebas. Me costó ganarme un espacio pero al final, hasta me gané una beca. Creo que la Universidad fue el espacio más feliz de toda mi vida académica y aún extraño esos momentos de ocio en el parque central o los viernes felices en cualquier bar de mala muerte.

Las cosas no mejoraron en la maestría. Ganarme el calificativo de "Guerrillera" creo que es una muestra de cómo vamos. He tenido varios altercados por defender lo que considero justo: educación de excelencia y trato respetuoso a los estudiantes. En cualquier caso, cuando tuve la entrevista para ver si continúo o no en la Maestría, la parte académica estaba absolutamente sustentada pero mi coordinadora concluyó con "no es solo capacidad, también es actitud" por haber reclamado la falta información y el trato displicente que recibimos.

En fin, creo que el mundo tiene razón: tengo un genio del diablo y serios problemas de actitud. Respecto al primero, lamento mucho lo que sufre el hubby, respecto al segundo... me encantan!

Mi aventura en la "Madre Patria"

Siempre he tenido la suerte de trabajar en cosas que me gustan y apasionan o, por el otro lado, siempre le he cogido el gusto y la pasión al trabajo que realizo. En cualquier caso, mi escuelita actual no es la excepción. Hay mucho que debo contar al respecto pero ya encontraré el espacio!

Hace cerca de un mes tuve la oportunidad de viajar a Madrid por un asunto laboral. Debo reconocer que no creía en nadie y casi ni pisaba el suelo de la felicidad. Según yo, mi elocuencia y carisma me harían conquistar al viejo continente. Mentira! No hay carisma que aguante el jet lag (es el eufemismo de indigestión (también eufemismo)).

Pasé cuatro días como un ente cuya única misión en la vida era tomar una sopa de lo que fuere! Eso sí, a mí no me engañan con ese gaspacho que no puede dignarse en llamar sopa porque es salsa de tomate con par pimientos. Además, mis taras mentales hicieron que me cueste un par de días acostumbrarme a leer "Tapas gratis" sin echarme a reír! En verdad, creo que tener un jefe guayaco me dañó un poco el cerebro.


Tengo que confesar que es extremadamente difícil trabajar y mucho más turistear en un país donde debes identificar todos los baños cercanos. Así es cómo me perdí la mitad de mi visita al Museo del Prado y compré una botella de vino que costó un riñón y la mitad del otro por el simple hecho de que el local tenía un baño limpio. Con ese dolor de panza mortal, creo que fui al única persona que entraba a un Starbucks a pedir una infusión de manzanilla tamaño familiar.

Fuera de las bromas, diré que Madrid es una ciudad encantadora, me emocionaba mirar la puerta del Sol desde mi ventana y admirar el movimiento hasta altas horas de la madrugada. La gente que conocí dentro del ámbito laboral ha sido muy gentil (aunque nunca pude hacer algo fuera de ese entorno profesional).

Y eso sí, una vez que pude volver a ingerir alimentos sólidos, disfruté de al gastronomía española: pulpo, rabo de toro, jamón serrano, montaditos, mariscos que no tenía idea de su existencia, paté de cosas que no puedo pronunciar así como de su deliciosa cerveza más conocida como caña y que nada tiene que ver con la caña manaba.

Aunque como la cabra tira al monte, fue genial volver a ver un par de amigos a quienes no veía hace mucho tiempo para el update respectivo, conocí a un par de ecuatorianas divinas con las que pude compartir un tinto de verano (qué cosa más espectacular), participé de eventos diplomáticos y me di un baño de popularidad de esos que sirven para acariciar el ego. Así también, tuve la oportunidad de conocer nuevas culturas pues ahí donde me ven, este pechito ha tenido cara de árabe.

Empero no es lo mismo recorrer Madrid sola, tomando pura selfie (porque no había quién acolite con una fotito) que de la mano de mi mejor amigo quien, coincidencialmente, resulta ser "el hubby".

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...