jueves, 3 de septiembre de 2015

Bebé en proceso...

Creo que vivir conmigo 28 años me ha hecho conocerme lo suficientemente bien como para saber que tenía un pequeño muppet creciendo en mi pancita antes de que los resultados dieran positivo. Fue fácil notarlo, los pequeños antojos de dulces a toda hora del día (cuando yo he sido más de golosinas de sal como un mote, cevichocho, etc.) encendieron la alarma pese a la incredulidad del hubby.

El 21 de junio, durante la celebración del día del padre, con toda mi familia materna, no me pude aguantar las ganas y fui a la farmacia para comprobar mis sospechas. Ese sería el primer regalo del día del padre que recibiría mi cómplice de toda la vida. Al principio fue super difícil guardar el secreto, sobre todo en la oficina porque trabajo en el quinto piso de un edificio sin ascensor y debía evitar los esfuerzos pero ahora subo y bajo sin problemas (solo a veces necesito un tanque de oxígeno). 

Una vez que escuchamos el corazoncito por primera vez y el doctor nos dijo que crecía bien, pudimos anunciarles a los papás que iban a convertirse en abuelos. Los míos, se inauguran como abuelitos pero mis suegros ya tienen seis nietos de experiencia. Y también fue emocionante avisarles a los abuelitos que tendrán su primer bisnieto para que le engrían cuando los visite en Ibarra. 


En cuanto a mí? Feliz porque no he tenido estragos, solo algo de sueño, hambre y muchas ganas de que me llenen de mimos. Ahora ya me miro al espejo y veo una pancita que muestra que mi Guasnupito (nombre protegido) va creciendo favorablemente. Extraño mucho el café, las cheladas y dormir panza abajo en mi cama, cual zancudo en pared de baño pero cuando veo en el ecógrafo una personita pequeñita que me hace muecas, me patea, se chupa el dedo y cuyo corazoncito late tan rápido como el como un colibrí... todo se me olvida. 

Qué no me gusta? Que mi pancita se ha vuelto de dominio público. No importa quién, no importa dónde ni cuándo... todo el mundo me coge la panza, me acaricia y me soba como a escultura de Buda en chifa de barrio. Entiendo que es una expresión cargada de cariño pero todavía no logro acostumbrarme aunque ya me tocará ir haciéndome a la idea. 

Por lo pronto seguiré engordando, hablándole a mi ombligo y esperando tener a este angelito (angelito? con esos taitas?) en mis brazos. 

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...