lunes, 16 de septiembre de 2019

Proceso de entrenamiento: Mamá de tiempo completo

Cuando inicié este blog, pensé que escribía para ustedes y me fijaba tanto en las estadísticas. No obstante, desde hace algún tiempo atrás, se ha convertido en un espacio para ordenar mis ideas y dejarlas volar, desamarrar los nudos en la garganta y liberarme de cargas innecesarias.

Han sido algunos meses de una lucha interna muy fuerte, desde el embarazo, las hormonas me jugaron en contra. Hay días buenos en los puedo reírme hasta que duele la panza y vuelve a salir el sol pero hay otros en que la depresión intenta ganar la batalla. Sin duda, me carcomía la idea de volver a trabajar tiempo completo y reducir a dos horas diarias el tiempo con mis gorditos.

Eso sí, ser mamá lactante y trabajadora es jodido. Si bien mi jornada era de 6 horas, la carga de trabajo se mantuvo intacta solo que yo tenía dos horas menos para resolverla (A veces, no podía ni levantarme al baño!). Todo esto, acompañado de comentarios como "ya tuviste 3 meses de vacaciones, encima quieres medio tiempo", "ya te has de ir a dormir al lactario", "qué rica vida la tuya, nosotros sí trabajamos" y la perla mayúscula "desde ahora solo vamos a contratar hombres".

En fin, estábamos a pocas semanas del fin de mi licencia y todavía no había tomado una decisión. Tenía miedo, coraje, pena, estaba totalmente perdida. Por un lado, el hubby me pedía que acompañe a mis pequeños en esta etapa para guiarles y compartir con ellos. Por el otro lado, estaba mi deseo de crecer profesionalmente en un ambiente ya me resultaba conocido.


Luego de muchas noches de insomnio, el 2 de septiembre presenté mi renuncia voluntaria e irrevocable para emprender el proyecto más importante de mi vida: cuidar y ver crecer a mis hijos. Con cada actitud que he enfrentado, estoy más convencida que fue la mejor decisión!


Uno de los momentos más dulces y especiales fue cuando le recogí a mi gordo del recorrido en la tarde, no puedo describir su carita. Me vio y con la mirada iluminada empezó a saltar y gritar: "Es mi mami! Es mi mami! Estoy taaaan emocionado!" y luego se bajó y se colgó de mí como un monito capuchino.

Estoy aprendiendo a ser mamá de tiempo completo, estoy aprendiendo a lidiar con el síndrome de abstinencia de correos, mensajes, llamadas, y demás. Sin embargo, todo se compensa con un montón de besos babosos, golosinas que preparamos en minga, abrazos de oso que llegan sin pedir, muchos mimos de mi hubby y todo el amor de mis papis que me consienten y no me dejan desmayar jamás.

Con todo eso, si alguna vez se me nublan los ojos, mi chiquito me toma de la mano y me dice: "Mami, no estés triste. Yo te cuido". Y yo... me vuelvo invencible.

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...