domingo, 30 de enero de 2011

Todos tenemos un amigo que...

Un viernes común y corriente, pasaba por una universidad de Quito para ir, juiciosamente, a mi casa. Las imágenes pintorezcas de los antros de moda, la gente con brindando con cerveza, coreando la canción de moda, las chicas super arregladas y no falta el que corre apurado a sus clases en la tarde. Todo ese paisaje trajo a mi memoria mis tiempos universitarios que tanto los disfruté. Empecé a recordar todos aquellos personajes que conocí durante esos 5 años de carrera. Definitivamente había cada personaje, por ejemplo:

• El amigay: Es un mítico personaje, de aquellos que están en peligro de extinción pues se reconoce a sí mismo como heterosexual y siempre está rodeado de mujeres pero ya nadie piensa mal de él ni lo considera un galán sino que ya casi se ha vuelto una más en el grupo. Es el único amigo que está invitado a las lady’s night y puede opinar sobre la vestimenta de sus amigas con total experticia. Sin duda, es aquel amigo que todas creemos que morirá virgen porque se ha convertido en un ser totalmente asexuado para nosotras.

• El amiguito sprite: (Tu amigo te tiene ganas) Es el amigo que sabemos que tiene cochinas intenciones, está pendiente de tus problemas académicos para echarte una mano (en toda la extensión de la palabra). Es el típico galán de vereda encubierto que te quiere invitar a algún “bebedero” universitario con el único y exclusivo fin de para hacerte la del pavo. Es de aquellos que se rigen bajo el proverbio “El que persevera alcanza” y no entiende de indirectas ni directas. Muchas veces has recurrido al amigay para evitar que se te acerque.

• El de viernes: Es aquel amigo que siempre llama los viernes a partir de las 11 am para invitar a cualquier bebedero universitario. Se conoce cada uno de los antros del sector, los interuniversitarios y, por si eso fuera poco, sabe el precio de los combos de cerveza y variedad gastronómica. Es de aquellas personas que desde que toma los créditos, sabe que nunca aprobará aquella materia que sea en San viernes porque como es muy devoto, tiene que rendirle culto religiosamente cada semana. Es todo un conocedor en el arte de la “catación bielera” y entra siempre saludando por el nombre a la dueña o dueño del antro de turno. Es muy probable que desconozca las coordenadas de la biblioteca de la universidad.

• El hippie: Es ese amigo que se levanta cada mañana en el nombre de Lenin, de Marx y de Ernesto Guevara. El típico de cabello largo y barba larga, que siempre anda con un libro bajo el brazo y hablando como la despenalización de la droga haría que caiga el imperio. Algunos de sus compañeros han puesto en tela de duda su higiene personal debido a su descuido por la apariencia física, sin embargo, nadie deja en entredicho su inteligencia aunque los puntos de vista ideológicos sean diametralmente distintos.

• El farandulero: Es ese amigo más conocido que el logo de Coca – Cola. No puede entrar a la cafetería, ir al parque o salir a un antro bielero sin que tenga que saludar como Reinita de Pueblo. Tiene un rendimiento promedio de dos personas por metro cuadrado y casi nunca se lo ve solo por el campus. Es esa persona que saluda hasta con los profes y mínimo fue elegido presidente vitalicio del curso y es representante de la Asociación de estudiantes de su facultad.

• La bomba sheshy: Es aquella amiga que no se pierde un viernes en el bebedero universitario de moda y nunca se la ve sola. Es de aquellas mujeres que, a diferencia del hippie, van de punto en blanco a clases. Pueden perderse parte de la primera hora pero nunca llegan sin arreglar su cabello, siempre viste a la última moda y en su grupo – que muchas veces tiene nombre – solo a gente bonita.
Hay casos o desviaciones de la bomba sheshy que puede convertirse en la amiga cariñosa del curso, es decir, la amiga, compañera o conocida que entra en la definición de: más rodada que piedra en manifestación o más manoseada que pasamanos del IESS.

• La rara: Es la muchacha que, generalmente salió de un colegio de monjas, casi nadie conoce su tono de voz, se sienta en el extremo de la puerta y eso porque no puede sacar el pupitre al hall. Se va de la casa a la universidad y de la universidad a la casa como si cualquier interacción social le pudiera causar un daño psicológico irreversible. Tiene el superpoder de la invisibilidad, ni siquiera los profesores notan su ausencia y, por ende, es quien menos faltas registradas tiene al final del semestre.

• El intelectual: Es el pana que únicamente te habla o escribe al msn para preguntarte sobre asuntos de clases, sobre los textos que mandaron los profes, es el compañero ideal para hacer trabajos de grupo y cada vez que recibe una invitación para un bebedero la respuesta es una negativa ya sea porque “tiene que ir a la biblioteca” o “tiene reunión con algún profesor”. Es una persona que, si logra superar sus problemas de socialización, llegará lejos en la vida.

• El antipático: Lo he dejado para el último porque es el que se cree farandulero e intelectual pero no le alcanza. No ha superado el trauma de ser sobresaliente en el colegio y aún compite en notas con sus compañeros. Es de los que siempre tiene que levantar la mano durante las clases, aunque sea para dar la razón al profesor y su elocuencia es directamente proporcional a su ego.

Pero sin duda, lo mejor de la universidad han sido “Los panas”, esos amigos con los que uno puede salir, estudiar, farandulear, chumarse, andar de autista, molestar y sincerarse. Son aquellos cómplices incondicionales y a veces hasta alcahuetes que se han mantenido más allá de nuestra vida académica. Son esas personas de amistad franca con las que hemos compartido los éxitos y las caídas. Personas que te han dado lecciones más importantes que las de la cátedra y que siguen ahí, en el día a día como siempre, como panas!

jueves, 27 de enero de 2011

Y decidí seguir sociología

Uno de mis grandes defectos, como en reiteradas ocasiones ha quedado demostrado, es mi testarudez. Desde que tengo uso de razón, recuerdo haber sido la persona más obstinada que existía: la típica guagua de cachos que ponía las reglas del juego y de un pelo les formaba a los demás.

Fui creciendo, uno de mis pasatiempos favoritos era la escritura e, irónicamente, ahora lo estoy retomando. Desde que tenía mi cuaderno de las Tortugas Ninja que se podían reclamar con la compra de cola Manzana, supe que quería ser en la vida: Filosófico Sociales. El periodismo fue una de las opciones que se barajaron, la abogacía y hasta la diplomacia pero al momento de inscribirme en la PUCE, decidí estudiar Sociología.

Sí, sociología! Eso quería ser yo en la vida. Mi mamá lloró amargamente porque tiene arraigada aquel imaginario de Febres Cordero y de los "Sociólogos Vagos". Pensó que con mi espíritu guerrillero e incendiario me iba a convertir en una profesional en el antiguo arte de lanzar piedras. Y una de las frases que hasta ahora me retumban en la cabeza es "Hijita, sociología? Pero de qué vas a vivir?". Y también recuerdo mi respuesta, oh sí! Cargada de la ingenuidad y el idealismo que me caracteriza [ba] le dije que eso era lo de menos porque yo quería cambiar el mundo.

Han pasado siete años desde que tomé aquella decisión. Y dónde me encuentro? Estancada profesionalmente, sin saber hasta dónde uno debe mantenerse con la camiseta firme y no renunciar a la idea de hacer de este mundo (1.0) algo mejor a punte de pequeñas o minúsculas gotas de agua. Y el problema mayor, es que cuando uno quiere estabilizarse, independizarse o - el bien conocido en nuestra sociedad - "sentar cabeza" se da cuenta de que los ideales no pagan la renta.

Un poquito de escritura terapéutica, seguro que mañana estaré bien.

martes, 25 de enero de 2011

El valor de un esfero

Hoy, un día cualquiera en la escuelita fiscal nocturna y rural donde trabajo o, al menos paso ocho horas pretendiendo arduamente que lo hago, todo el mundo decidió que era plan salir temprano. Apenas quedamos tres pelagatos, una de ellas esta humilde servidora cada uno más apático que el otro para contestar el teléfono y peor aún, atender el timbre. En fin, por que perdí en piedra, papel o tijera me tocó atender la puerta y bueno venían a dejar facturas.

Todo parecía un trámite normal del típico papeleo diario, fui a mi oficina, firmé la factura, puse el sello de la escuelita y salí de vuelta a entregar dichos documentos a la voluptuosa mujer que los hizo llegar. (Sí, la parte de voluptuosa y escotada es importante en la historia). Al salir, feliz porque al fin volvería a mi emocionante rutina, me dijo que necesitaba firmar el famoso y bien conocido "Recibido".

En ese momento me di cuenta que no tenía esfero para poner mi autógrafo y cometí la imprudencia de decir "No tengo esfero". La joven mujer me dijo muy agenciosa, cabe mencionar, "No se preocupe, yo tengo". Oh! grave error, gravísimo! El tiempo se detuvo y por mi mente pasaron los segundos en los que dejé mi esfero tan bonito, limpio y bien cuidado sobre mi mesa de trabajo. Ella claro, tan gentil tuvo la cortesía de sacar un tibio y húmedo esfero de su brasier, chichi, entreteta, escote o como quieran llamarlo y me lo ofreció con toda la amabilidad del caso. Al sostenerlo en mis manos con esta canción como soundtrack de la historia.

Traté lo más que pude y logré disimular un poco y poner apenas un poquito de cara de asco y sorprendentemente pude hacer la firma tal y como está en la cédula, así medio patoja y medio chueca. Saqué toda la fuerza de voluntad para extenderle una sonrisa y decirle "Muchas gracias"... Fue en ese momento que descubrí el valor de un esfero.

Para el hombre a quien amo

(Ok, ok.. Puedo ser muy cursi a veces. Pero así me siento)

Hace tiempo que mis letras no se escribían en verso
Hace tiempo que mis sueños no tenían un dueño,
Hace tiempo que mis ojos apagaron su reflejo y
Hace tiempo que mi amor no encontraba consuelo.

Una noche donde la luna iluminaba tu mirada
Fue el escenario idóneo para asaltarte un beso
El cual me delató que siempre estuve enamorada

En tus brazos desperté acurrucada, temerosa y feliz
Es el miedo de haber encontrado lo que siempre esperé
De tener a mi lado al ser que en mi vida más amé

Poco lo que necesité para sentir el calor de tus labios
Para que los monstruos y fantasmas se esfumaran
Para que nuestros corazones silenciosos se entendieran
En un lenguaje que solamente tú y yo al fin comprendimos

Ahora me levanto cada día, con mis penas tan lejanas
Con mis sueños tan profundos guardados en el alma
Con una sonrisa tímida que se dibuja en mi cara
Con tu nombre en mi pecho y tu silueta en mi cama.

Mañana, sí

Los temores más intensos germinan en la oscuridad
tras quitar la luminaria y bajar del escenario
se enfrenta uno a su ser humano.
Caminando por la calle, sin libreto ni vestuario
Solo yo, con mis ideas y mis miedos
Con mis emociones y defectos.
Solo yo.

Teniendo el futuro tan claro, tan pleno
Viviendo el presente, cada día tan incierto
Seguro mañana estará mejor, mañana
Es mejor fijar la mirada en el horizonte
Porque así duele menos

La felicidad en tres simples pasos

Y quién dice que no se puede alcanzar la felicidad en tres simples pasos, casi casi como Sopa Maggy.

1. La música que oyes marca radicalmente el estilo de vida que llevas, por ejemplo, si oyes esos grupos emos, lo más probable es que la vida no tenga sentido y que te lastimes para sentirte vivo. Lo cual está bien, cada quien halla la felicidad de formas muy extrañas. Si escuchas perreo intenso quizá te guste el hedonismo como filosofía de vida, solo hay que cuidarse de las ETSs.

2. Compra todo libro de Cuauhtemoc Sánchez o incluso de Paulo Cohelo, mejor aún, párate en la sección "Autoayuda" del Supermaxi y toma todo lo que tenga colores brillantes. Quien sabe y los Mayas de Hollywood tengan razón y en el 2012 el calentamiento global cause una nueva era del hielo y no tenemos suficientes libros que quemar. Por qué quemar a los nóveles de la literatura universal teniendo tanto papel en esos libros. También pueden servir como literatura de baño público cuando ya se hayan terminado de leer la guía telefónica.

3. Reenvía toda cadena, oración, petición, carta amenazadora que te llegue; es más, deberías sentarte un tiempo a redactar tú mismo unas cuantas de ellas y puedes tomar como amenaza que a un amigo del vecino del cuñado del amigo del abuelo del consuegro del marido de la tía del sobrino de un pana tuvo el peor sexo del mundo por tres días, le salieron espinillas y no tuvo suerte en el amor por no hacer caso a la "Cadena de la Alegría".

Si cumples cabalmente estos tres simples pasos, tienes la felicidad garantizada y si pones un comentario positivo, recibirás entradas gratis para la nueva producción cinematográfica del filósofo y trovador, Ricardo Arjona.

viernes, 21 de enero de 2011

Speechless

Irónicamente mi primera entrada desde que inicio seriamente el mundo del blogging se llama sin palabras. La vida es un regalo maravilloso, sin duda, lleno de aventuras y desventuras y de un montón de locos que se conocen como "amigos" y que están dispuestos a recorrer el camino aunque sea a lomo de culebra para acompañarnos en la lucha. Sin embargo, hay momentos en los que las fuerzas flaquean y el dolor nos invade. Pero no aquel dolor de un retortijón en la panza o de una inyección, ni siquiera aquel mal de amores que parece arrancarnos el corazón sino el dolor de un inmenso vacío con el que lidiamos día a día. Hasta ahora recuerdo cómo hace ocho años perdí a mi mejor amigo, a mi ejemplo y a mi hermano podría relatar el minuto a minuto del calvario que viví porque situaciones como esas no se olvidan. Desde aquel momento entendí que en situaciones como ellas las palabras no alcanzan y el consuelo no llega sino con paciencia, con fe y con tiempo. Hoy no tengo palabras para apoyar al hombre que amo, es un momento duro y siento que la impotencia me embarga.
Aquí estoy, sin atinar otra cosa que hacer más que escribir estas líneas y arrojarlas al ciberespacio como una forma de sacar lo que llevo dentro.

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...