viernes, 27 de febrero de 2015

Del síndrome de Tourette al síndrome de abstinencia

Hoy ha sido un día extraño porque viene acompañado de un profundo síndrome de abstinencia causado por un decisión propia. Esta mañana me levanté y me prometí a mí misma dejar de decir malas palabras, cuestión que está resultando más complicada de lo que creía. 

Normalmente puedo ser una persona - semi - normal, tener reuniones donde la coherencia de mis palabras hace creer que sé de lo que hablo y sé lo que estoy haciendo. Sin embargo, solo necesito un poquito de confianza para decir comentarios políticamente incorrectos, acompañados del más florido vocabulario. 

A manera de burla, había atribuido esta manía al Síndrome de Tourette (sin ningún interés de ofender al poco porcentaje de la población que tiene esta afección) pero me tranquiliza saber que "según estudios del comportamiento humano, las personas que dicen muchas malas palabras son más honestas y confiables". Si es así, no hay nada de qué preocuparse. 

Que levante la mano el que cuando se golpea el dedo chiquito del pie en la pata de la cama, agradece al universo por el dolor causado pues es sinónimo de estar vivo. La primera reacción es soltar una retahíla de palabrotas que, si bien no eliminan el dolor, son liberadoras y permiten descargar la energía contenida en este pedacito de cuerpo. 

El problema radica en que las palabrotas son un vicio como el tabaco, todo va bien mientras nadie fume alrededor. Si ya abrimos la llave es muy difícil que se contenga! Si no me creen, les invito a ir a  mi escuelita un día de estos para que vean cómo hemos embellecido el lenguaje. 

En cualquier caso, creo que voy a intentar dejar las groserías para momentos de extrema necesidad (como golpes, llantas bajas, susto, emoción, enojo, frustración, extrema felicidad, extrañeza, etc.) y disminuirlas en el plano conversacional. Al final, eso me hace muy confiable ¿o no?

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...