domingo, 11 de noviembre de 2012

El balance del cuarto de siglo

Hace como un año estaba enviando invitaciones con mi caricatura favorita a todas mis amigas y amigos para que me acompañen en la celebración de mi cumpleaños. Recuerdo que la titulé "El 25 de los 25" y vaya que fue una super farra porque aunque en teoría mi esposo, entonces mi novio, no iba a estar en Quito, llegó justo a la fiesta para sorprenderme y pasamos una noche increíble.

Digamos que este año todo comenzó bastante bien, ese día les dimos la noticia de nuestra boda a todos y se materializó casi un mes más tarde cuando nos perforaron las cédulas en el Registro Civil. Ese cambio de estado civil, no reflejó cambios radicales pues aún no vivíamos juntos pero sí trajo consigo una serie de nuevas discusiones como "Dónde pasaremos Navidad?" o "De qué color serán las cortinas?", entre otras.

Luego, en el trabajo, el MIDUVI me rompió el corazón con una serie de eventos desafortunados  que terminaron con mi renuncia. Pero como todos los cambios traen consigo algo bueno, empecé a repartir mi carpeta como volante de picantería y empecé a trabajar en mi escuelita actual. Quizá no empezamos tan bien como hubiera creído pero ahora me siento bastante cómoda con el trabajo que realizo.

En ese contexto, iniciamos un par de meses en los cuales estaba increíblemente ocupada entre la elaboración del Plan Anual de Inversión y la planificación de la boda. Y digamos que todo terminó bastante bien cuando entregamos el documento final y todos los esfuerzos valieron la pena cuando caminamos juntos en el altar con la bendición de un Dios que compartimos.

A las pocas semanas, hicimos el huasipichay en nuestra nueva casita. Al principio, las pocas cosas que teníamos quedaban flotando en el departamento pero poco a poco lo hemos convertido en un hogar. Y los cambios también han aplicado para mí porque yo me he convertido en un ama de casa, claro que solo me desespero cuando intento hacer arroz porque tengo que aceptar que moriría por inanición si no existiera la comida congelada y el atún enlatado.

Eso nos lleva al último tramo del año número 25 de este pechito latino. El volver a las aulas (una escuelita de verdad) para seguir estudiando y aunque extraño mucho mi vida social, pues ahora paso los viernes en la noche y los fines de semana entre libros y deberes, estoy motivada. Además, soy la representante del curso y esta semana tendré la cena con el Dr. Enrique Ayala Mora para codearme con la alta alcurnia académica.

Este ha sido un breve recuento de mi último año, hay cosas que no están aquí porque prefiero guardármelas pero hay otras que se me han perdido en mi cabeza de pollo. Solo espero que los 26 que se acercan peligrosamente, sean igual de buenos y satisfactorios pero desde ya les advierto, no anden pidiendo guagua porque la cigüeña tiene que esperar un poquito más.

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...