martes, 13 de diciembre de 2011

Y empezamos otra etapa del camino...

Después de los viajes del Ani Mini World Tour y el estrés propio de una persona que tiene problemas de adicción al trabajo. Decidí que era  momento de tomar vacaciones. Logramos cuadrar las agendas con el novio y elegimos playa, sol, arena y camarones (es importante este detalle porque su alergia nos hizo pasar sustos en las vacaciones) para nuestro bien merecido descanso.

Llegamos el día viernes en la noche y con un hambre voraz, buscamos un cuchitril que expenda alimentos no mortales antes de ir a dormir. El día sábado paseamos por la orilla del mar, disfrutando el sol en la piel, la arena y las tímidas olas en nuestros pies. De pronto, un hombrecito nos ofreció un viaje en parapente, el costo era de 20 USD por cada uno. Así que nos animamos a volar y esa es ahora una de las metáforas que más empleo para describir lo que estoy viviendo.

Llegada la noche, fuimos a bailar en las cobachas de la playa y acompañamos nuestros pasos con unos caipiriñas. Comimos cualquier cosa y volvimos a casa a descansar. Es increíble que recuerdo exactamente el programa de televisión que estábamos mirando cuando hizo la pregunta que cambiaría el resto de nuestras vidas. "Quieres casarte conmigo?" No es normal en mí quedarme sin palabras, pero él lo logró y solamente pude asentir con la cabeza mientras la emoción se desbordaba.

Y así decidimos empezar una nueva etapa. He de confesar que es difícil ponerse de acuerdo en detalles como las flores, los colores, el presupuesto, los invitados, el vestido, el licor y bla bla bla pero coincidimos en las cosas de peso como los ideales y sueños compartidos. Es así como empezamos otra etapa del camino.. Con un poco de mariposas en el estómago y muchas pero muchas ganas de hacerlo bien.

No se puede evitar suspirar escribiendo el que quizá sea el post más cursi de mi historia pero debo confesar que si alguna vez me iba a animar a volar, solamente sería contigo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

En la hermana república de Guayaquil...

Nuevamente armé mi equipaje y emprendí el viaje. Es divertido cómo ahora tengo la maleta debajo de la cama y ya lista con los artículos de primera necesidad, solo tengo que completarla con la ropa más adecuada para el clima al que me enfrento y listo. En ella ha estado ropa adecuada (pero nunca suficiente) para el gélido clima del Quilotoa y los calores extremos de la Costa y esa cálida humedad de la Amazonía.

No obstante, tengo que confesar que mis viajes a Guayaquil han sido de los mejores y el Puerto Principal se ha convertido en mi destino predilecto. Al principio tenía cierta desconfianza porque uno lleva en la mente los altos índices de inseguridad y todas las advertencias que le hacen desde la capital respecto a las precauciones que se deben tomar entre las cuales, el claustro es la mejor opción. Además, el tema cultural es muy fuerte pues siempre hemos vivido en medio de ese absurdo regionalismo que ha marcado a nuestro país. "Monos" y "Longos" siempre se han encontrado y los unos tienen fama de sabidos y los otros de mojigatos.. pero todos somos ecuatorianos.

Es divertido bromear con mi jefe respecto a la "Hermana república de Guayaquil" porque, para comenzar, tienen otra cédula; tienen otro sistema de control de transporte y; según yo, se inventan palabras. Es verdad! Levante la mano el que ha escuchado la palabra "Bulluco", "Chapudo", "Conchito". Les reto a buscar en el diccionario de la Real Academia de la Lengua para ver su significado. Aparte que cuando se emocionan en las conversaciones, aceleran las revoluciones por minuto y no logro entenderles del todo. Por otro lado, yo soy una buena serrana que no escatima en el uso de palabras como "taita", "guagua" y el bien ponderado "achachay" o "arrrrrrrrrrrarrrrrray".

Mis viajes a Guayaquil han sido por trabajo pero se han convertido en deliciosos paseos gastronómicos. Nada como ir en ayunas al aeropuerto para hacer la primera parada en un café tradicional de la ciudad y desayunar un bolón de queso y chicharrón, de aquellos que vienen en plato sopero y me dejan con una sonrisa enorme y un hoyo menos en el cinturón. Y no se diga más sobre la sazón que tienen los cangrejos criollos, las banderas de mariscos, el famoso moro y las bandejas que venden para los consumidores nocturnos.Las delicias están en cada esquina.

Yo soy de esas serranas que solamente les falta llevar un letrero de neón encima. Siempre ando con sweater en los edificios y vivo quejándome por la baja temperatura del aire acondicionado y les digo que mi sensación térmica es más baja que en Quito. Y como si fuera poco, salí a pasear por las calles con la camiseta del equipo de mis amores hasta las Peñas donde vi un partido en medio de una jaba de barcelonistas y emelecsistas que casi me linchan porque la Liga Deportiva Universitaria derrotó en penales al Libertad de Paraguay. Solamente salté al techo de la emoción y les restregué la victoria en la cara! (Después de todo, no creo que haya sido buena idea. Eran mayoría!)

Después de Baviera, Guayaquil podría ser considerada la capital mundial de la cerveza porque cuando el sol brilla en todo su esplendor y la temperatura aumenta a número que en Quito serían impensables. El agua y las gaseosas no alcanzan, solo apetece una cerveza bien fría para entrar en ambiente. Sin duda, es una bella ciudad, con gente linda y muy buenos anfritriones, comida deliciosa y paisajes divinos.Espero que poco a poco, esas diferencias regionales no sean motivo de adversidad sino de enriquecimiento mutuo. Y eso básicamente..

domingo, 30 de octubre de 2011

Pida con cultura, que se le negará con educación. Capítulo II

Respecto a los últimos acontecimientos suscitados en me escuelita, he vuelto a leer el post Pida con cultura que se le negará con educación. Leí varias veces los motivos por los cuales me sentía inconforme con la atención que muchos servidores públicos ofrecían. Recordé las veces que me enojé con alguna secretaria porque no agilizaba los trámites o con los conductores que querían terminar la jornada de trabajo a las 4:30 en punto mientras estábamos en territorio. 
Sin embargo, también pienso en los seres humanos, muchos de ellos padres y madres de familia, que el día viernes salieron de sus casas rumbo al trabajo y tuvieron que volver desempleados. En los exteriores, la fuerza pública - con todos sus juguetes - intimidaban a quienes ingresaban a la escuelita, se sentía el temor y la incertidumbre en el ambiente. Posteriormente, la misma fuerza pública se encargó de entregar y hacer firmar las notificaciones de salida de decenas de personas que habían dejado su vida en la institución. 

La gente joven tiene mucho que ofrecer pues tenemos energía, tenemos iniciativa, tenemos esas ganas de salir adelante y somos... somos desechables. Porque al parecer resultamos inservibles cuando el cuerpo ya  no responde como a los 20 o 30 años, cuando vence el cansancio de tener niños que cuidar o cuando simplemente nuestros sentidos ya no responden como antes. Sé que me expongo al escribir estas líneas pero si me quedo callada, sigo ahogando mi conciencia en mentiras blancas

Así que confieso que voy a extrañar a aquella secretaría con la que conversaba todas las mañanas, al conductor que me acompañaba en el Ani Mini World Tour, al conserje que nos cambiaba de toallas dos veces a la semana, al técnico con el que trabajábamos en territorio y a todos los que ocuparon los puestos que hoy lucen vacíos. 

Nosotros somos jóvenes pero tenemos mucho por recorrer y mucho que aprender pero debemos recordar que somos jóvenes... aún y que aquí estamos de paso. Hasta Chespirito lo menciona a través de uno de sus personajes más famosos, El Chavo del 8: Si tú eres joven aún, joven aún, joven aún.. mañana viejo serás, viejo serás, viejo serás.

domingo, 23 de octubre de 2011

De vuelta al Ani Mini World Tour

La Amazonía ecuatoriana es una de las regiones más hermosas, impredecibles y más propicias aventurar. Gracias a mi trabajo, he tenido la oportunidad de conocer lugares que no son muy visitados pero que ofrecen paisajes maravillosos, aire limpio y una hospitalaria población. 
También he podido probar las delicias gastronómicas del país, tanto es así, que durante mi estadía en el Coca probé los famosos "mayones" o "chontacuros" pero la verdad, no lo volvería a hacer. Estos gusanitos son crujientes por fuera pero el centro líquido es un problema pues su sabor es una mezcla de sensaciones que no se llevan bien con mi paladar. Mi solitaria reclamó pues ella no admite competencia. 


 Al día siguiente, iniciamos el viaje hasta Añango, una comunidad kichwua que ha desarrollado muy bien el turismo comunitario. La reunión resultó excelente! Hubieron compromisos, aplausos y felicitaciones. También hubo chicha masticada que, después de haber comido gusanos, ya no resultaba tan buena idea para mi estómago. Para bien o para mal, la señora que tenía el "pilche" con chicha empezó a repartirlo por otro lado y yo logré escabullirme sin probar este potaje pero sin quedar mal por rechazarlo.


Después avanzamos a Nuevo Rocafuerte que es la única parroquia urbana del cantón Aguarico, de la provincia de Orellana. Esta localidad, se encuentra a quince minutos del Parque Nacional Yasuní y a treinta minutos de la República del Perú. A este lugar solamente se accede por vía fluvial y, gracias a mi escuelita, pudimos acceder a la lancha rápida de la Armada. Sin embargo, uno de los motores falló y tuvimos que hacer un trasbordo en una lancha de Petroamazonas, la cual nos llevó al "Edén".

Yo no sé en qué estaban pensando los altos mandos de esta empresa al ponerle de nombre "Edén" a un pozo petrolero donde solamente hay señal de celular cuando uno se trepa a la punta de una antena, donde los mosquitos se ríen en la cara del repelente de insectos y donde el calor azota las 24 horas al día. Eso de edén, no tenía nada! Pero no puedo quejarme de la amabilidad de quienes trabajan en el lugar, quienes nos prestaron una lancha para llegar a nuestro destino, mientras la nuestra estaba arreglándose.

Al día siguiente, los marinos se dedicaron a reparar el motor y alistaron todo para el nuevo recorrido. Habíamos avanzado ya casi 5 horas por el maravilloso Río Napo, disfrutando de la maravilla de la selva amazónica. Pero de pronto se detuvieron los motores porque nos habíamos quedado sin combustible. Quizá no era pasa asustarse, pero yo no había visto una estación de servicio en medio del camino, así que estábamos sin gasolina en medio del río y justo cuando el sol se empezaba a esconder.

Los marinos amarraron el bote a unos troncos en la orilla y partieron a buscar ayuda. Es fácil imaginarse las caras de preocupación de un grupo de 10 burócratas citadinos varados en un barco y con muchas ideas hollywoodenses en la cabeza que solamente me ponían más nerviosa. Dos horas más tarde, cuando ya estaba entrada la noche, llegó una lancha con nuestro conductor, pusimos gasolina y emprendimos nuevamente el viaje pero todo estaba tan oscuro que no podíamos encontrar el camino de regreso.

Debo confesar que en ese momento ya no importaba ni el hambre ni las ganas de ir al baño, solamente quería estar a salvo porque estaba muy angustiada. Logramos avanzar hasta Pompeya y, como la suerte estuvo de nuestro lado, contratamos un bus de regreso al Coca. Al llegar a esa ciudad, me sentía como quien llega a la tierra prometida. Me sentía tan contenta porque estaba segura y tenía agua, luz, aire acondicionado y todos los medios para satisfacer mis necesidades. Me di cuenta de lo afortunada que soy y de que todavía queda mucho trabajo por hacer para garantizar a la población de los sitios más recónditos del país, una vida digna. (Aunque esa palabra está muy devaluada por la propaganda actual).

jueves, 29 de septiembre de 2011

El trago como lubricante social. Capítulo II

Hace varios meses escribí el Capítulo I de la que podría ser una "saga" de libros más grande que Harry Potter: El trago como lubricante social. En ese post se exponían los antecedentes de por qué al ecuatoriano promedio le encanta el trago. 

Durante esta época me he visto obligada a hacer una fuerte investigación de campo, utilizando las margaritas y la cerveza como objetos de estudio. Luego de varias copas, se va aflojando la lengua, se van exponiendo sentimientos y hasta se va disminuyendo la ropa. No me creen? Está científicamente demostrado que el alcohol aumenta la líbido de las personas, por eso es que muchos se sienten identificados con la película ¿Qué pasó ayer?. Y no hay como negarlo, después de unos cuantos tequilas, hasta el muchacho de ojo chueco puede empezar a verse atractivo. 

Les propongo un experimento: Cuando vayan a una noche de fiesta, fíjense en un par de personas que estén bailando y que no sean pareja. Al inicio de la noche van a bailar reggaeton de una manera relajada, con ciertos toques "sensuales" pero tres o cuatro cervezas más tarde, esa pareja está bailando un perreo sucio de alcantarilla, duro y hasta abajo. En la mayoría de casos, acompañada de besos y caricias por debajo del cinturón. 

El Ecuador es un país bebedor. La diferencia no es quién bebe ni cuánto bebe, la diferencia está en lo que se bebe. Hay quienes se embriagan con un buen whisky y al día siguiente se levantan como que nada hubiera pasado. Hay quienes beben ron o Zhumir y al día siguiente no pueden levantarse o solamente reptan a la marisquería más cercana para desayunar encebollado con cerveza y pasar la resaca. Lastimosamente, hay quienes hacen caso omiso a las advertencias y beben alcohol artesanal que ha adulterado y ni siquiera se levantan. 

Pero los más peligrosos son aquellos que beben el alcohol que su estatus y su bolsillo les permita y se suben detrás del volante de un vehículo sin considerar la magnitud de los riesgos tanto para ellos como para sus acompañantes y las personas que se movilizan en la ciudad. Es por eso que personalmente prefiero escribir este post manifestando ante el mundo que son un "Conductor R(d)esignado" que se respeta antes que estar escribiendo un obituario.

Mentiras blancas...

Desde pequeña aprendí el discurso de que la mentir es la peor ofensa que se le puede hacer a una persona porque no solo los herimos sino que menospreciamos su inteligencia al creer que nuestros inventos pueden ser creíbles. Así me engañó Disney también porque me emocionaba tanto al leer cuentos maravillosos como la Bella Durmiente o la Sirenita que terminaban en un final feliz y la bruja malvada tenía su merecido. Pero al crecer, y con la primera ruptura de un corazón adolescente, me di cuenta que eran patrañas.Y que la vida no tiene final feliz, solamente tiene un final.

Sin embargo, quiero detenerme en un poquito en mi infancia. Aquellos tiempos en los que me costaba estirarme para apagar la luz y tenía ese sentimiento de triunfo cuando tocaba el interruptor. Esos tiempos en los que temblaba de miedo porque me había comido los chocolates de mi papá y temía confesar la verdad porque seguro me iba a regañar y privar de chocolates en los próximos días. Pero también creía ciegamente en Papá Noel, en el Ratón de los Dientes y en que si no como la sopa, se me iban a caer los dientes.

También recuerdo que fue en esa época cuando aprendí sobre las mentiras blancas. Por ejemplo, cuando sonaba el teléfono y del otro lado de la línea estaba esa señora insoportable que mi mamá detestaba porque le ponía al tanto de los chismes de todo el vecindario. De esas señoras que se meten en la vida ajena porque son más interesantes que las suyas propias. Tengo la imagen de una Mini Ani, sosteniendo el teléfono, con los ojos muy abiertos y tartamudeando cuando me preguntaba "Está su mami?" mientras tenía a mi madre del otro lado diciéndome "Dile que no estoy".

En ese tiempo no entendía lo que debía callar porque simplemente era "Políticamente incorrecto", solamente me manejaba con aquello de las mentiras blancas y las mentiras de cualquier otro color. La división básicamente era la siguiente: Las mentiras blancas eran las que decían mis papás y todas las demás eran las que yo decía para salvarme, al menos, hasta ser descubierta. Pero con el tiempo y la experiencia uno va perfeccionando el viejo arte de maquillar la verdad ya sea porque teme herir a quien ama o porque debe cuidar lo que es suyo.

Hoy siento que he mentido, he violado lo que siempre he defendido.. Mi derecho a hablar! Sé que no tengo una mordaza en la boca ni una amenaza por escrito. Pero así como aprendí de pequeña que debía callar ciertas cosas, hoy tengo que callar muchas otras porque al parecer mi preparación y desempeño profesional no son suficientes sino que se requiere poner plata y persona.

Yo solo me pregunto... De qué color serán estas mentiras?

jueves, 18 de agosto de 2011

Recorriendo el País de Manuelito...

Últimamente me ha sonado mucho en la cabeza el libro que leí en sexto año de escuela (ahora creo que se llama séptimo de básica) y se llamaba “El País de Manuelito”. Como soy una persona que cuida sus cosas, lo rescaté del librero y pienso darle una nueva leída porque de lo que recuerdo, Alfonso Barrera Valverde hace una bella descripción del país.

Como saben, me cambié nuevamente de escuelita. El programa parece hecho a mi medida, se llama “PITI” que en quichua significa fracción o pedazo pequeño. O sea, como yo, Fun Size. Este programa me ha permitido viajar por varias provincias de la Sierra y la Amazonía y creo que no hay nada más gratificante que ver que uno puede ser útil con la gente y aparte de todo eso, llevarse consigo unos paisajes hermosos.

También he vivido muchas aventuras y super divertidas. En el último viaje a la parroquia Nuevo Rocafuerte en el Cantón Aguarico y Provincia de Orellana, por ejemplo, tuvimos que hacer un viaje a lomo de culebra o mejor dicho, en lancha rápida. El viaje normalmente en la canoa de turno tiene una duración de doce horas (en serio, doce!) pero como fuimos con un conductor de la Armada, cuyo nombre protegido será “Rambo”, llegamos en menos de la mitad de tiempo.
Emprendimos un viaje de cinco horas en lancha, con una parada en Añangu para visitar a la comunidad y verificar los avances de los procesos. Simplemente espectacular. La siguiente fue una parada técnica en Pañacocha para almorzar porque las botanas que llevé se agotaron inmediatamente. El menú: Arroz con huevo sin yema, menestra de lenteja y un jugo de dudosa procedencia. Pero como dicen que para el hambre no hay pan malo, nos volteamos el plato entero.

Ese día teníamos una temperatura de casi 30 grados centígrados y, por la falta de lluvia, el río estaba bastante seco. Algunos estábamos dormidos o cabeceando al puro estilo de viaje en bus interprovincial, de pronto, un sonido en la hélice de la lancha me despertó y descubrí que nos quedamos varados. El conductor, alias Rambo, se bajó a empujar pero por más fuerte que fuese, no podía cargar con el peso de 7 burócratas.

De modo que nos tocó arremangarnos las bastas del pantalón y “al agua pato”. Empujamos y empujamos y empujamos la lancha hasta que alcanzó un sitio más hondo y pudo arrancar, la historia se repitió tres veces! Llegamos mojados, cansados y apestosos a buscar hotel en Nuevo Rocafuerte. Pero todo fue compensado con una tilapia frita con yuca. Delicioso!
Al día siguiente, teníamos que volver a Coca para tomar el avión. No obstante, cayó un aguacero torrencial que, incluso a Rambo, lo desubicó de su ruta y nos perdimos por un momento. Almorzamos las provisiones de emergencia que consistían en galletas y atún. Las olas que se formaron nos mojaron hasta la conciencia y el aguacero no cedió sino hasta veinte minutos antes de llegar al aeropuerto. Salimos corriendo del puerto, tomamos un taxi y al llegar, vimos cómo nuestro avión encendía los motores. Habíamos perdido el vuelo!

A la mañana siguiente, esperábamos con ansias volver a la ciudad porque la ropa se mojó en el río y todo lo que habíamos empacado estaba sucio. No obstante, el cielo de Coca no nos dejaba salir. Pasamos seis horas en el aeropuerto hasta que nos pudimos embarcar. Pero saben una cosa… Yo lo haría mil veces más… 

viernes, 29 de julio de 2011

Basta con que estés...

Ya son nueve años desde que no estás y este domingo sería tu cumpleaños número 29. Pueden llamarme loca por seguir celebrando el día de tu nacimiento aunque no haya pastel ni fiesta ni motivos para estar alegre. Pero es la fecha que quiero recordar en lugar del día en que te fuiste. Me prometí que este espacio sería de cosas bonitas y divertidas pero siento la imperiosa necesidad de dedicarte este espacio y escribirte lo que cada noche te cuento antes de irme a dormir.

Desde que partiste, he asistido a las graduaciones de tus amigos y compañeros, a sus cumpleaños y hasta a sus bodas. Cuando estamos ahí, en medio de la algarabía y la felicidad, me doy un tiempo para pensar en cómo sería todo si estuvieras aquí. He pensado en lo orgullosa que hubiera estado – como siempre lo estuve – cuando te coloquen esa toga y ese birrete de ingeniero. Me encantaba escucharte por qué elegiste esa carrera, le ponías tanta pasión y soñabas con ayudar a las personas con tu condición. También me hubiera encantado que estés en mi graduación y que escuches la dedicatoria que te escribí… aunque mi intención nunca fue hacer llorar a los asistentes.

En las bodas, pienso en lo celosa que hubiera estado de la persona que se convierta en mi cuñada. Siempre te quise solo para mí, incluso cuando éramos niños y solamente nos entendíamos a golpes. Pienso en tantas cosas y te extraño mucho pero he aprendido a recordarte con sonrisas, aunque a veces, mis mejillas se mojan porque quisiera tanto que estuvieras aquí.

A veces me rehúso a irte a visitar en donde descansas porque no tiene sentido ir a un lugar cuando sé que me cuidas todo el tiempo. Eres mi ángel de la guarda pero elegiste un mal trabajo porque seguro te hago trabajar horas extras y sin garantías laborales.

Tenía que hacerte este post y estoy segura que muy pronto nos volveremos a encontrar. Mi pequeño Juanchito, basta con que en algún lado estés…

viernes, 22 de julio de 2011

Pida con cultura, que se le negará con educación

En uno de mis post anteriores hice referencia a la falta de legitimidad que tiene la función pública y todos los llamados “buróctratas”. A todos nos ha pasado que hacer un trámite en una institución pública puede convertirse en una especia de tortura medieval porque no solo es una pérdida de tiempo sino que se reciben malos tratos, poca disposición de ayuda y aparte los procesos resultan demasiado engorrosos. Por ejemplo, cuando me robaron la billetera tuve que sacar nuevamente la licencia fue un martirio. Fui a la Jefatura de Tránsito aproximadamente 6 veces para retirar un papel y ponerlo en otro escritorio. Finalmente todo salió bien y ahora nuevamente soy un peligro en las calles de Quito.

Como algunos saben, desde hace algunos meses pasé a engrosar las filas del sector público y debo decir que he recibido desde comentarios crueles sobre que vendí mi alma al color “esperanza” hasta comentarios muy divertidos como que el lema del servidor público es “Pida con cultura que se le negará con educación”. Cuando tomé la decisión estaba segura que era mi oportunidad de aportar al país todo lo que me había dado en una institución estatal.

Sin embargo, es triste pelear con un estigma que se ha ganado desde hace años. Todavía uno se encuentra con aquellas secretarias que pasan en el teléfono hablando con sus amigas y pueden tardarse horas para redactar un memo. Con aquellas personas que responden todo con “No sé, esa no es mi función. No estoy al tanto”. Con aquellas personas que cuando llega la hora de salida, imitan a Pedro Picapiedra y saltan de sus escritorios para sentarse en los recorridos e irse a su casa. De esas personas que perdieron el sentido de lo que significa dar un servicio.

Es triste ver a esas personas que perdieron la pasión por su trabajo, la amabilidad para tratar con la gente, que sienten que hacen un favor a quienes reclaman sus derechos. Yo creo que cada quien es libre de tener el carácter que a bien tuviere, pero si recibe un sueldo de parte de millones de ecuatorianos, al menos debería fingir que es una persona gentil. Después de todo no era esa la campaña “Sonríe Ecuador, somos gente amable”?

Lo bueno es que aún logro darme cuenta de las cosas que no funcionan y, aparte de indignarme, puedo hacer que estas cambien. Hay una frase muy interesante que creo que puede convertirse en una máxima de vida “Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario” Elbert Hubbar

martes, 19 de julio de 2011

El pico y placa de mi ciudad..

Uno de aquellos días en los que una mala coordinación y mi despiste tuvieron como resultado que me quede esperando aproximadamente media hora en una esquina de mi bella ciudad capital. Estaba en el sector de La Floresta, bien conocido por las delicias gastronómicas nocturnas, y me paré en una tienda a disfrutar papas fritas con coca – cola.

Un joven y su bebé llegaron a la misma tienda donde estaba y comentaron que un policía municipal había detenido su vehículo por el bien querido “Pico y Placa”. El joven contó también que el policía le había indicado que la multa era de $ 90 pero si quería, podía dejarle parquear el auto por $ 40 hasta que fueran las 19h30 y pudiera circular nuevamente. Pensé que era un acto de corrupción aislado, no le presté mayor importancia y sin importar la pinta de oficinista, me senté en la vereda a ver la gente pasar.

Luego llegaron dos Policías Metropolitanos en una motocicleta y, minutos después, los alcanzó una señora de condición humilde con los ojos llenos de lágrimas. Hablaron un buen rato hasta que llegaron a un acuerdo. Los policías tendrían la amabilidad de esperar hasta que esta mujer fuera al banco, sacara el dinero y se los entregara para no llevarse el auto por el “Pico y Placa”.

Y para ponerle la cereza al postre, llegó una camioneta escoltada por un policía metropolitano. La historia fue la misma. Los tres policías se reunieron, entraron a la tienda a comprar chicles y posteriormente se retiraron uno por uno.

Todo ese espectáculo ocurrió frente a mis ojos en menos de treinta minutos. Tenía tantas ganas de levantarme a discutir y denunciar pero llegué a la conclusión de que la gente prefiere entregarle su dinero a los policías para que lo gasten en comida, ropa, trago, mujeres o lo que sea y no entregárselo a la administración municipal.

Es triste descubrir que se ha deslegitimado tanto la gestión de la alcaldía y de toda la función pública. Haré un post al respecto.

viernes, 8 de julio de 2011

Las niñas, un mundo por descubrir

Cuando yo era pequeña (ok, más pequeña) no entendía la razón por la que mis papás me habían hecho una niña y no un niño. Yo envidiaba tanto la libertad que tenía mi hermano para moverse y vestirse mientras que yo debía usar vestidos que odiaba, mallas que rompía a propósito, binchas de bolas que eran literalmente un dolor de cabeza, estaba obligada a sentarme con las piernas cerradas y permanecer impecable cuando lo que más me gustaba era jugar, treparme a los árboles, arrastrarme por el suelo y estar con los otros niños.

Creo que desde esa edad ya nos aflojan par tornillos a las niñas. Mis padres también tuvieron la genial idea de meterme en colegio de monjas porque consideraron que era demasiado, digamos, extrovertida para desenvolverme en un colegio mixto. No cuestiono su decisión pero sin duda, fueron trece años de gran aprendizaje sobre el funcionamiento de las mujeres. He aquí algunas de mis conclusiones:

Aprendí que el ser mujer te mete por defecto en una competencia aunque ni siquiera estés consciente de ello. Las niñas compiten por quién es la más bonita, la que se viste mejor, la que se maquilla bien, la que es más inteligente, la que tiene el novio más guapo y así por cualquier cosa. Y la clave para sobrevivir es permanecer perfil bajo pero en ese tiempo yo no lo sabía! Y comenzando porque tengo una voz que se escucha de un extremo al otro de la ciudad y no puedo quedarme callada más de dos segundos, jamás he sido perfil bajo y muchas veces perdí en esta competencia absurda.

Aprendí también que la “mejor amiga” es de esas categorías que debe manejarse con riesgo de explosión radioactiva pues generalmente es la persona que al enojarse contigo, suelta todos los secretos más íntimos que le contaste mientras hacían ese pacto de amistad por siempre. Los hombres suelen ser más leales, siempre he sentido cierta envidia porque tienen el pacto tácito de que “Entre bomberos no se pisan las mangueras” y, salvo ciertas excepciones, lo cumplen. Fue hasta la universidad que realmente conocí a una mujer que vale le pena denominarse como mejor amiga y llevamos como 7 años de una hermosa relación.

Y por último y, especialmente en este último tiempo, aprendí que no importa quién seas, ni lo que hagas, ni siquiera lo que aspires en la vida. Siempre habrá niñas que te odian por el simple hecho de existir. Hay quienes dicen que es envidia pero yo tengo mis dudas, simplemente creo que es desocupación y falta de sentón[1]. Por mi parte, creo que nunca seré la persona más popular entre las niñas pero en lo que podemos considerar mi “mini mundo”, no somos muchas pero somos machas! Quizá un poco desprolijas, con un cariño poco convencional pero de lo más divertido que hay en el mercado.






[1] Sentón: Dícese de la expresión que se refiere al acto de sentarse sobre una persona que ya está sentada.

Hablando de fantasmas..


Mi nueva escuelita está creciendo y al parecer, ya no hay cama para tanta gente. Por ese motivo, con mi equipo, tuvimos que mudarnos a la casita contigua. Es una casa patrimonial, de aquellas en las que seguramente vivieron nuestros abuelitos o los abuelitos de nuestros abuelitos. 

Tiene una puerta de 20 centímetros de grosor y pesa como una tonelada, la llave puede ser usada también como un arma de defensa personal. Tiene dos pisos, en la planta baja funciona una biblioteca y hay un piano antiguo que hace juego con la decoración. Las gradas son la cosa más tétrica que haya conocido, basta empezar a subir o bajar para sentir un crujido escalofriante bajo los pies. 

En vista del estado de emergencia por el que atravesamos durante todo el mes de mayo, tuvimos que trabajar hasta altas horas de la noche. Al principio, era divertido porque entre bromas y risas, el tiempo pasaba volando. Sin embargo, un día me tocó quedarme sola en mi nuevo curul, terminando un "deber" super largo y tedioso. Cuando mi último compañero se fue a su casa, yo bajé a cerrar la puerta con llave, por motivos de seguridad. Al darme la vuelta sentí ese frío en la espalda, propio de la gente que está muerta de miedo. Volví a mi oficina, subí el volumen de la música, me conecté a twitter para sentirme acompañada y seguí con mi trabajo. 

Minutos más tarde, se fue el internet en la oficina y empecé a oír pasos en la planta baja. Ahí es el momento en que racionalmente uno se convence que solamente son alucinaciones y que no hay que darles importancia. Sin embargo, las “alucinaciones” empezaron a hacerse más reales y más cercanas porque ya estaban en el descanso de las gradas. Segundos más tarde, los pasos estaban en el segundo piso y se acercaban peligrosamente a mi oficina. En ese momento sabía que gritar o correr, no me iba a ayudar así que empecé a pensar en un buen titular para el diario sensacionalista local y cerré con fuerza los ojitos. 

Resulta que era el guardia que había entrado porque la puerta estaba mal cerrada (yo podría jurar que cerré con llave) y que me echaba de la escuelita porque ya era demasiado tarde. El pobre hombre no entendió por qué le quedé mirando con cara de asesina en serie ni tampoco pude explicar por qué estaba tan pálida y me sudaban las manos. En ese momento entendí que me sería imposible continuar trabajando, así que guardé el documento en mi flash memory y volé a mi casa.

La mente es la herramienta más poderosa que tengo.. Y a veces me juega malas pasadas..  Pero creo que aprendí a no burlarme más de los "cuquines"..

viernes, 13 de mayo de 2011

Quito y la paranoia

Quito se ha convertido en una ciudad intransitable por la mala condición de las calles, veredas, avenidas, puentes, parques, entre otros, pero también porque es muy insegura para conductores, peatones y cualquier ser humano. Les voy a contar una historia que ocurrió hace ya algún tiempo pero como hoy tuve un buen susto al salir de la escuelita, decidí contársela.

Como antecedente, yo tenía una pequeña carcachita como celular, pero mi novio decidió deshacerse de ella porque ya no recibía mensajes, no se escuchaban las llamadas y se apagaba sin motivo aparente. Digo sin motivo aparente porque no creo necesario considerar las veces que se estrelló contra el planeta. En todo caso, es así como Pedrito, mi nuevo celular, apareció en escena y desde un principio le cogí mucho cariño.

Tres días más tarde, era una mañana soleada de octubre cuando, a causa del Pico y Placa (un proyecto de la alcaldía de Quito que no ha hecho más que causar dolores de cabeza) tuve que caminar hasta mi escuelita fiscal, nocturna y rural. Lastimosamente, yo no tenía las llaves de la puerta de entrada y me quedé esperando afuera. Precisamente los días que me movilizaba a pie no solía llevar documentos ni dinero en efectivo, apenas tenía unos centavos que empleé en comprarme una empanada de queso.

Esperando que llegue la persona encargada de las llaves, saqué el celular en plena calle – sé que fue muy imprudente de mi parte – e intenté contactarme con alguien para tener una noción de cuánto tendría que esperar (Próximamente haré un post sobre la impuntualidad o lo que tanto se conoce como la “Hora Ecuatoriana”). En ese preciso momento, alguien se paró detrás de mí y me dijo: “Mira que yo no soy ladrón, soy asesino y te voy a matar si no me das el celular”, no solo sus palabras sino toda su presencia me dejaron absolutamente pasmada. Recuerdo como un sueño, haber guardado el teléfono en el bolsillo y haber empezado a llorar sin poder siquiera articular palabra.

Lo simpático de esta historia (Obviamente, ya han pasado varios meses y por eso ahora me parece simpático), es que entré en tal estado de pánico, que el joven en cuestión se arrodilló, me pidió disculpas y me dijo que si le daba dinero se iría sin hacerme daño lo cual me pareció muy considerado de su parte. Por un instante, pensé en brindarle mi empanada, pero quizá ya habría desayunado y podía molestarse pero era lo único que tenía para ofrecerle.

Un taxista pasaba por la esquina de los choques y decidió apoyarme junto con otro conductor que también se bajó de su vehículo y ambos enfrentaron al señor don ladrón. Esta es una de las pocas veces en que la historia tiene un final feliz y que la persona afectada puede contarla, pero eso gracias a que la gente me dio una mano porque basta que alguien tome la iniciativa para que decenas de curiosos lleguen a hacer bochinche. Es verdad que el problema de la ciudad es la inseguridad latente pero más aún que ya a nadie le importa lo que pasa a su alrededor, nos hacemos de la vista gorda ante el sufrimiento ajeno pero salimos de casa haciendo la señal de la cruz y esperando que ese día, no nos toque.

El trago como lubricante social. Capítulo I


Públicamente he dicho que al ecuatoriano promedio le encanta el trago. Así a primera vista muchas personas pueden pensar que exagero pero tengo una serie de motivos por los cuales defiendo esta tesis. La primera y, para mí, la más contundente es que a muchos de nosotros nos amamantaron con Julio Jaramillo. Y esas canciones como “El día en que me faltes me arrancaré la vida” o “Si tu mueres primero, yo te prometo que escribiré la historia de nuestro amor con toda el alma llena de sentimiento, la escribiré con sangre con tinta sangre del corazón” definitivamente nos arruinaron la psiquis y nos pusieron un modo sufridor por default. Aunque personalmente prefiero ser de la generación que se crió con J. Jaramillo y no con J. Bieber.

Nuestro país se caracteriza por una gran variedad gastronómica pero también por una diversidad de bebidas con contenido alcohólico que muestran la creatividad de las personas (Trópico con Fresco Solo). Por ejemplo, mi tierra (Ibarra) se caracteriza por sus deliciosos helados de paila y el incomparable Norteño que, pensando en su público, lanzó una presentación en sachet, la cual es muy útil para ingresarla clandestinamente en estadios, coliseos y cualquier tipo de eventos sociales. En Guaranda está el clásico Pájaro Azul, en Cuenca el buen Zhumir con diversidad de presentaciones y sabores, en Manabí tenemos la Caña Manabita, en Esmeraldas nos deleitamos con Pedrito Coco y así puedo seguir enumerando el puro sabor nacional.

En el Ecuador cualquier pretexto es bueno para alzar una copa. Primero tenemos la infaltable cerveza helada que acompaña y ameniza los partidos de fútbol, las fiestas religiosas en donde lo que más hay es comida y trago, están las grandes y felices ocasiones que ameritan el descorche de una botella de Champagne Grand Duval y, por último, quién no ha sentido esa sed de “agua loca” cuando le han destrozado el corazón o simplemente se jaló en un examen. Además, como dicen por ahí, “mientras más prohibido, más rico” pues no hay nada más excitante para los ecuatorianos que violar la ley seca tanto por las ganas de brindar con los panas como por la adrenalina que causa el conseguir clandestinamente una botella del buen Zhumir o Norteño a la vecina de la esquina que hace las veces del Barón de la Cerveza.

Son esas veces que tenemos que pasar por un tratamiento médico o estamos de conductores d(r)esignados y no podemos unirnos a la fiesta porque tenemos que beber únicamente un “virgen cuba libre”, cuando nos damos cuenta de lo borracha que es esta sociedad y miramos con ojos inquisidores a los demás… Pero, no mintamos, todos hemos caído y nos hemos abrazado, hablando de la amistad... Es así como el alcohol funciona como uno de los más efectivos lubricantes sociales.

domingo, 24 de abril de 2011

Yo, una persona activa..

Hace tiempo había ofrecido escribir algo sobre mi maravillosa clase de educación física en la nueva escuelita. Sin duda, fue toda una historia. Fue un lunes en la tarde cuando recibimos por correo electrónico, una invitación de otra escuelita para participar en la "Pausa Activa" con motivo del "Día Mundial de la Actividad Física". Lo único que me alegró es que ese día todos debíamos asistir con uniforme de deportes. 

Llegó el día miércoles y yo estaba ataviada con un jean, tenis y la camiseta del equipo de mis amores. También, un par de colitas en el cabello, una bufanda y todas las ganas de "fugarme" de esa clase porque era en medio de una plaza pública a vista de todo el que pasara por la calle (Debemos considerar que se trata de un sector concurrido de la ciudad). En fin, llegó el profesor y ya no tuve oportunidad de escaparme, bajé con todo el grupo por las escaleras como si aspirara a formar parte del equipo de cheerleaders. 

El ejercicio no fue gran cosa, aunque con mi estado físico pasé dos días sin poder moverme del todo bien porque descubrí que tenía músculos que ni sabía que existían. Fue divertido porque lo que me falta de actividad física, lo compenso con mucho entusiasmo! A la final, se requieren 17 músculos para sonreír y eso no lo consigue cualquiera.

En todo caso, y pese a la excelente clase dictada... Mis deportes favoritos siguen siendo comer y dormir... Pero ahora tengo un hermoso "certificado" que dice que soy una persona activa y con eso me basta y me sobra.. :)

Mi mundo 2.0


Lo que me gusta de la interacción 2.0 es que tienes la libertad de decir lo que piensas sin temor a represalias (Bueno, por ahora) y a la primera intención de una respuesta que no te gusta, simplemente puedes dar click en “Unfollow” o “Unfriend” y todo solucionado. La vida cotidiana no tiene esa facilidad, cuántas veces ha pasado por nuestra mente dinamitar a una persona que dejó de cuadrar en nuestro día a día pero simplemente no se puede porque no sería políticamente correcto.

Mi intensa aparición en el mundo en las redes sociales se ha basado en la curiosidad que tengo sobre otras personas y otras culturas y mi deseo de conocerlas más profundamente. Recuerdo aquellos tiempos en que Latinchat existía y podía pasar todas las noches conectada con gente de otros países solamente aprendiendo mucho de ellas y ellos, mi Nick era Ani270 y vivía en la sala en Inglés. Luego ya la cosa se puso más emocionante con el Messenger, aunque los regaños de mis padres eran frecuentes por las costosas cuentas telefónicas debido al internet dial – up.

Cómo olvidar luego el Hi5 que nos permitía curiosear la vida ajena y nos dejaba ver quién visitaba nuestro perfil. Me gustaba tanto esa red social que realicé un estudio semiótico sobre el tema, obtuve una buena calificación con ese trabajo para mi clase de “Sociología de la Comunicación” Una de esas materias optativas que tomé en la universidad para estar junto a mi mejor amiga que se especializó en otra cosa.

Después, apareció en escena Facebook, al principio no lo entendía y me rehusaba a cambiar mi perfil de Hi5 porque, después de todo, tenía millón y medio de fotos subidas en una gran diversidad de álbumes. Luego me fue seduciendo con sus aplicaciones y obviamente caí en el vicio de Farmville hasta el punto que tenía que salir corriendo de tal o cual lugar porque “Tenía que cosechar mis frutillas”. Poco a poco empecé a usar nuevas aplicaciones hasta que nos “hicimos amiguitos” y opté por cerrar mi cuenta en Hi5.

Más tarde conocí el maravilloso mundo de Twitter que para mucha gente es el peor vicio que he adquirido en los últimos años pero que yo lo disfruto mucho. Si bien una de las características de esta muchacha es ser amiguera en el mundo 1.0; sin embargo, es muy divertido tener varios amigos imaginarios en el timeline. Hay veces que siento que mis followers conocen más de mí, que el resto de comunes mortales porque saben, en tiempo real, cuando tengo hambre!

Nunca imaginé que las redes sociales me iban a seducir de tal forma que se convirtieron en parte de mi trabajo. Inicialmente saqué una cuenta en Facebook con el fin de dar a conocer el trabajo de mi Escuelita Fiscal Nocturna y Rural porque es triste hacer un excelente trabajo pero no poder compartirlo con el mundo. Tomé varios cursos de especialización para convertirme en Community Manager y creo que es algo que hago (no sé si bien o mal) con mucho entusiasmo. Ahora estoy emprendiendo este trabajo en mi nueva Escuelita y funciona bastante bien, solo espero seguir aprendiendo...

lunes, 11 de abril de 2011

Y así nomás con el transporte público...


Alguien una vez me dijo que el transporte público tiene una onda chévere y hasta medio romántica como de cuento, a lo que yo respondí que si quiere como referencia un cuento, más bien me recuerda a la Cenicienta, al momento en el que la carroza de cristal se convierte en calabaza. Y no es que quiera parecer presumida, solo que nunca me ha gustado el transporte público, especialmente el de la ciudad de Quito. Soy más bien del tipo de persona que prefiere ponerse tenis y salir a caminar porque es una buena manera de entrar en contacto con mis voces interiores. Sin embargo, ahora que voy a la nueva escuelita, no puedo usar tenis y tampoco me queda cerca de mi casa – no ingresé en la zonificación escolar para este año lectivo – por lo que me he visto obligada a subirme al sistema trolebús.

Pero quiero aclarar que no es aberración al transporte público per se, es solo que durante todos mis estudios secundarios tuve que tomar diariamente buses y de esos que hacen carreras entre ellos, en los que cuando están llenos te obligan a subirte en el tubo de escape y agacharte cuando hay control de la policía. No importaba si llovía o hacía frío, cada día, a las 5:55 de la mañana, tenía que salir de mi casa con una mochila que parecía departamento, pararme en la esquina y esperar que un bus pase. Cabe mencionar que estudiaba en colegio de monjas y mi uniforme consistía en una bella falda plisada de color azul, blusa blanca, saco azul, medias de futbolista (blancas hasta la rodilla, con dos líneas azules en la parte superior), mocasines negros y un bello babero (o gola, pero para el caso, es igual).

Como siempre, en mi vida, me han pasado algunas historias. Por ejemplo, cuando otra escuelita fiscal nos invitó a participar de la “Pausa activa” (Tengo que hacer un post sobre ello). Un profe de educación física vino a mi escuelita a enseñarnos algunos ejercicios de relajación para no morir jóvenes ni frente a la computadora del trabajo. Ese día, al fin, pude usar tenis, jean, la camiseta de mi equipo favorito y un par de cachitos en el cabello. Salía de mi casa, para cumplir mi rutina diaria y me topo con la novedad que están cerradas las calles, había caos vehicular y lo peor de todo: No había sistema de transporte público. Aproveché que tenía zapatos deportivos y caminé seis cuadras hasta la siguiente parada, solo para enterarme que tendría que caminar, al menos ocho más, para conseguir un trolebús.

Bajo la lluvia, tenía que esperar un taxi, las bastas del jean estaban mojadas hasta la rodilla y los zapatos deportivos blancos se habían tornado grises. Una joven, a mi lado, también intentaba conseguir un taxi lo cual ponía en riesgo que podamos movilizarnos porque sería ella o yo. Así que con una sonrisa amable y una mirada de inocencia (propia en mí) le pregunté hacia dónde se dirigía y si deseaba tomar un taxi conmigo, ella aceptó y conseguimos movilizarnos sin más contratiempos. Además, fue bueno interactuar un poco de camino a la oficina.

Ese día llegué a tiempo a la escuelita, aunque la persona que tenía la llave estaba atrancada en el tráfico y aún no llegaba. Sentados todos los compañeritos en las escaleras, tuvimos un tiempo ameno de socialización…

Después de todo, sonríe Ecuador! Todavía queda gente amable!

martes, 22 de marzo de 2011

La foto de carné... Para los más buscados.


En mi Unidad Educativa del Milenio me indicaron vía memorándum (Me suena tan importante esa palabra, aunque no sea más que una simple comunicación interna) que tenía que trabajar dos sábados para recuperar los días del feriado de Carnaval que, por cierto, no disfruté en esa institución. Sin embargo, no es mi costumbre quejarme (Mentira!) así que acepté gustosamente (Mentira!!!) y asistí normalmente a mi escuelita pero ya dejé la ropa almidonada y fui con jean, tenis y camiseta… Debo confesar que me sentía en el paraíso. 

Al llegar a la oficina, luego de un trote maratónico porque llevaba 6 minutos tarde a causa de la mala planificación municipal respecto al arreglo de las calles, sin previo aviso; puse mi manito en el aparato para controlar la asistencia y; me encontré con la puerta cerrada. Me senté en una grada para recuperar el aliento, disminuir el rojo de los cachetes y hacer tiempo hasta que llegue el “semanero” con la llave. 

En mi divagar matutino, llegó una compañera con una interesante noticia: Por orden superior todos los ecuatorianos debemos utilizar la nueva cédula y, nosotros como empleados públicos, teníamos preferencia en la asignación de turnos... Justo (Y solamente) ese día! Bueno, maldije el momento en que decidí vestirme zarapastrozamente, cuando opté por no peinarme y el haberme peleado con el espejo. El hecho de que mis compañeras hayan ido acicaladas, solo me hizo sentir más incómoda pero ya estaba embarcada en el trámite.

Al llegar al nuevo Registro Civil – debo reconocer que está impecable, así hasta para casarse con gusto – hicimos la fila preferencial para el pago del nuevo documento, esperamos como todos y cuando estaba a un turno de ser atendida me mandaron a otro módulo. El joven que me atendió estaba revisando su Facebook y estaba más concentrado en criticarle a una muchacha en una fiesta que en atenderme a mí. Cuando tenía unos chispazos de concentración me hacía preguntas como “Es esta su dirección actual?” y yo respondía “No, ya no vivo ahí”, “Tiene planilla de agua o luz para cambiarle?”, “No, no traje”, “Entonces sigue viviendo ahí”. La misma historia ocurrió con mis estudios así que para la cédula yo sigo siendo Bachiller de la República, bueno, al menos me hace sentir joven.

Cuando me preguntó mi color favorito, yo estuve por responderle “Pero hagámonos amiguitos primero, cualquiera me invita al Facebook aunque sea”. Seguramente notó mi cara de sorpresa y me explicó que esta sería mi clave para cuando quiera sacar una nueva cédula. No sé a ustedes pero a mí me preguntó mi número celular, cosa que me sorprendió sobremanera ya que a mis compañeras no les solicitaron esa información (Aún espero secretamente que me llame para invitarme a su Facebook). 

Llegó el momento crucial de toda persona que tiene que sacar la cédula: La foto! Ahí medio medio “me asenté los pelos”[1] y me tuve que quitar los aretes (Aún no entiendo una razón lógica para tal disposición) y como el maquillaje no es algo que lleve en mi bolso normalmente no pude hacer más por mi cara. Lo único que pude hacer es poner mi mejor sonrisa. El primerísimo primer plano muestra hasta mis malos pensamientos y próximamente será utilizado para un reportaje sobre “Las Dulces Sueños”. En fin, ahora ya tengo el documento oficial para el nuevo referéndum y solamente puedo decir que creo en los milagros, excepto en la foto de la cédula…


[1] Asentar los pelos: Dícese de la expresión utilizada para intentar - fallidamente - peinarse.

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...