lunes, 25 de febrero de 2013

Aliméntate, Ecuador!


En el mundo andino, sin duda, la comida es mucho más que el conjunto de alimentos que se consumen para cumplir el consumo calórico necesario para las actividades vitales. La comida es concebida como una de las expresiones más evidentes del afecto que se comparte y permite a las personas sentirse integradas en un conglomerado social.

Por eso se explica que en cada esquina, parada de bus, parque parroquial exista un puesto de comida. Si vamos a celebrar un cumpleaños, se lo hace con comida; si vamos a farrear, primero pasemos comiendo; si tenemos una cita, la invitamos a cenar y así.. pongan ustedes el ejemplo y notarán que para nosotros no se concibe una tertulia en la que no haya alguna cualquier cosita de comer. 

Aparte del trago, la comida también se comparte en la familia y entre los amigos, sin dejar mucho espacio para quienes sienten asco con facilidad. Desde pequeños compartimos chupetes con otros niños; intercambiamos las “colaciones” y con ellas, un sinnúmero de gérmenes; tomamos cola en la misma botella, sin ninguna señal de repulsión. Y, cuando uno es adolescente, no hay muestra de amor más grande que intercambiar un chicle con la pareja… Que levante la mano quien no lo haya hecho!

Así mismo, las abuelitas tienen ese superpoder de cocinar todo tan delicioso y en cantidades que podrían matar a cualquier mortal pero hacen que los momentos más felices que se comparten en familia sean aquellos basados en esas reuniones de comida, la misma que ser un simple almuerzo dominguero, la cena de Navidad o la infaltable fanesca de Semana Santa.

El problema es que, al parecer, en mi escuelita hay demasiado cariño: un día nos queremos con bolones, otro día con choclitos desgranados, otro día con motes, otro día con cevichochos y así todos los días compartimos mucho cariño ya sea pedido a domicilio o hecho en casa. Y nada expresa más el aprecio que traer dulces y postres que se comparten con todos los compañeritos. 

Creo que por eso, cada vez que me paro en la báscula, me doy cuenta que me sigo llenando de cariño... sobre todo en la pancita.

viernes, 8 de febrero de 2013

Los problemas de una doble vida...


No puede ser que aún no tenga mi primer post del año y eso que el ambiente ya empieza a oler a fanesca. Tal parece que mis propósitos para el 2013 llegaron hasta cuando se acabó el “recalentado”, es decir, alrededor de la primera quincena.

Esto de tener una escuelita matutina y otra nocturna se ha confabulado para que mi relación con las sábanas de mi cama sea aún más estrecha por el poco tiempo que compartimos últimamente. Mi jornada empieza últimamente a las 5 de la mañana – incluso antes de que suene el Himno Nacional en la radio – cuando con los ojos cerrados me pongo algo deportivo, me deslizo a la caminadora para correr a ojo cerrado al ritmo de “Eye of the tiger” o del noticiario.

Luego, me arrastro lentamente a la ducha donde los chorros de agua fría me despiertan de ese profundo letargo, escojo lo primero que encuentre en el armario y me lo pongo encima. Arreglo la cama – eso implica que estiro las cobijas para esconder el desorden en poco menos de dos minutos –. Preparo el desayuno compuesto por yogurt y huevo en cualquiera de sus presentaciones. Por último, me ubico en la misma silla de siempre para ponerme a estudiar y hacer deberes; cuando me doy cuenta, tengo menos de 10 minutos para llegar a la oficina y solamente dos patitas que harán el trabajo así que agarro la mochila y salgo corriendo por el mismo camino de siempre, mirando de reojo a los mismos desconocidos cotidianos que tienen su rutina, al igual que la mía en el trayecto a mi escuelita.

Varias veces he llegado despeinada, desprolija y sin aliento. El día en la oficina empieza temprano y hay épocas en las que no alcanza el tiempo para levantarse ni al baño pero otras veces, es más ligero y puedo robarme unos minutos para completar asuntos de la escuelita nocturna. Ahora, los libros que compré con ilusión en la Feria del Libro del año pasado, tendrán que esperar porque en el bolso me acompaña la economía, la planificación y teorías de desarrollo.

Pero sin duda, es importante buscar, incluso robándole minutos al día, el tiempo necesario para ser esposa, hija, nuera, hermana, amiga e incluso, bloguera y twittera empedernida.

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...