domingo, 24 de abril de 2016

Los Pochitos...

Seguramente, si escribía este post hace un mes, hubiera llenado de lágrimas el teclado. Cuando me dijeron que esto de ser papás no era fácil, me mintieron! Cuando me dieron un bodoquito de menos de 50 cm. flaco como un palillo, totalmente frágil y que solamente puede comunicarse mediante el llanto... Se me unió el cielo y la tierra. Con todo el amor que teníamos, ser padres resultaba aterrador!



Han pasado dos meses y medio desde el nacimiento de Juan José y siento que cada día me enamoro más del pequeñito que ahora parece el muñequito Michellin. Ahora me gruñe, balbucea, gorjea y así podemos pasarnos horas en "conversaciones" que terminan en un loco abrazo o beso cada vez que me sonríe. Qué puedo decir? Es mi juguete precioso. 

Lo más lindo de todo, ha sido llegarnos a conocer tanto en tan poquito tiempo. Amo como él sonríe cuando me oye llegar a la habitación en la que se encuentra, cómo me mira y se sujeta a mi pecho mientras come y cómo disfrutamos dormir abrazados cuando llora en la madrugada. Sí, yo también sé (leí, me dijeron, me recetó el doctor) que no es bueno acostumbrarlo a los brazos, que hay que establecer horarios para la comida, que hay que dejarlo llorar y bla, bla, bla pero saben qué... Esos pucheros me doblan la voluntad. 



Sé que mi vida jamás será la misma y me entristece haber perdido a quienes yo consideraba que eran mis amigos. Supongo que ya no estoy en el carril izquierdo. Ahora tengo que planificar detalladamente (ver la hora, verificar pañal, organizar pañalera, ajustar la silla del auto, guardar las llantas del coche) hasta una salida al supermercado. Durante estas semanas, apenas tengo tiempo para bañarme y lavarme los dientes, ya no he podido maquillarme y arreglarme pero mi Pochito me ve como la más linda del mundo. 

Cuando estaba a punto de dar a luz, pensaba en lo difícil que sería alejarme del trabajo por tres meses. Tengo conmigo la computadora de la oficina pero no la he abierto sino en contadas ocasiones. Valoro cada segundo con mi pequeño y, viendo tan cerca mi retorno al trabajo, no puedo evitar enlagunarme los ojitos. Lastimosamente, yo también voy a entender lo que siente el papito cada vez que tiene que despedirse para ir a trabajar. 



Creo que ya pasamos lo más duro... al menos hasta que se vuelva un adolescente mutante... 


¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...