lunes, 28 de agosto de 2017

Quiero decirte que no estás sola...



Hace tiempo yo monitoreaba medios de comunicación y por mucho tiempo mi psiquis se vio afectada por la crónica roja. Las violaciones hacían parte recurrente de la sección judicial y, dependiendo la víctima, a veces eran solo notas para llenar la página. Lo triste es que nunca pasaba de ser una historia que moría al cerrar el diario. Al día siguiente aparecería otra. 

Hay ocasiones en que las personas involucradas no pertenecen a los barrios suburbanos y, por ello, tienen mayor repercusión en redes, medios y hasta se organizan manifestaciones públicas de apoyo. Y hay personas que prefieren callar. No tenemos idea del número de duros silencios que se viven. 

Cómo denunciar un acto si la víctima será culpabilizada por estar bajo efectos del alcohol, por dejar entrar al agresor a su casa, por vestirse y bailar de una manera provocativa, porque no pudo ejercer la soberanía sobre su propio cuerpo.

Cómo denunciar si no puede soportar la vergüenza. Cómo denunciar si ya es duro sentir las miradas de reproche y lástima de las personas de los presentes. Cómo denunciar si no recuerda lo que ocurrió. Cómo denunciar cuando traicionaron tu confianza.

Y así, cada mañana abre los ojos pensando que solamente fue un mal sueño y que seguramente ya despertará. Se mete a la ducha tratando de que el agua que corre limpie su cuerpo… pero hay una mancha que no se quita. Llega al trabajo y busca bloquear sus pensamientos con las actividades diarias, tratando de dilatar la jornada para no volver a casa y enfrentarse a sus demonios. 

Solo quiero decirte que no estás sola. Siempre hay alguien (tu familia, tus amigos) para ayudarte a recoger los pedazos de tu alma que se han roto. Tomando tu mano para despertar de ese sueño que no acaba. No hay motivos para esconderse bajo una roca pues no tienes por qué llevar tu rostro avergonzado. Solo el tiempo ayudará a sanar por dentro para tener el chance de amar(te) de nuevo.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Entre la violencia y la demencia...

Escribo a los tiempos para contarles una historia que, tristemente, es de la vida misma. Ayer volvíamos a casa con mis dos Pochos (papá e hijo), eran las 19h30 más o menos y el gordo estaba molesto porque le habíamos cortado el pelo (cosa que detesta) y ya era su hora de comida. 

En media calle había un grand cherokee parado y dos hombres conversaban cómodamente. Mi esposo hizo luces pero no se inmutaron, pitó ligeramente y el tipo que estaba parado hizo una pose para evidenciar que estaba muy a gusto. Me bajé del auto y les pedí que, por favor, se movieran porque tenemos un bebé. Les valió madres. Mi esposo se enojó y pitó con fuerza, entonces los tipos se bajaron del vehículo a intimidarnos. No les importó que el bebé lloraba desesperadamente porque se asusta con los gritos. 

Como había pasado algún tiempo, se formó una fila en la calle y varios vehículos empezaron a pitar y, por presión social, decidieron abrir el paso. Debo confesar que mi esposo y yo tuvimos la misma reacción: bajar la ventanilla y gritarles, él les dijo imbéciles y yo les menté a la madre. Ante eso, nos lanzaron una botella de vidrio que se estampó en la parte posterior del auto. 

Hasta ahí, uno pensaría que llega al límite de la locura. 

No conforme con esto, el conductor del vehículo invadió el carril de zona azul, se paró transversalmente para impedirnos el paso mientras que su copiloto se acercó caminando a golpear el vehículo con sus manos. Cambió el semáforo y con una maniobra logramos salir y continuar pero no contábamos con que nos iban a seguir hasta la casa. Cuando entramos al parqueadero, nos gritaron e insultaron. Resta anotar que el pobre Juanjo estaba al borde de la alferecía. 

Hasta ahí, uno pensaría que esta situación ya es de locos. 

Hubiera querido que las cosas acabasen ahí pero no! Cuando parqueamos el auto, el guardia del edificio bajó a indicarnos que un hombre (este hombre) estaba en la puerta pidiendo que salgamos (para qué? no sé!). Le pedimos que les despache y que, por favor, llamara a la policía. Frente a nuestra negativa, el hombre amenazó con hacernos daño y que como ya conocen nuestra casa debemos tener cuidado porque van a estar rondando por ahí. No le importó, en absoluto, que las cámaras del edificio registren toda la escena. 

Hasta ahí, definitivamente nos encontramos con la demencia. 

Esperemos que la historia termine aquí, pese a que tenemos placas y videos no tenemos la confianza para iniciar un proceso judicial. Quisiera saber en qué momento nos volvimos - todos - tan violentos, tan intolerantes y tan dueños únicos de la razón. Los muy intocables. A veces le veo a mi hijo y me da temor porque el mundo al que le hemos traído me llena de decepción y desesperanza pero su sonrisa, su mirada inquieta y curiosa me impiden perder mi fe en la humanidad. 

La moraleja de esta historia, eso es que los padres tenemos el deber moral de formar mejores personas que nosotros. (Sí, eso implica no bajar la ventanilla a mentarle a la madre de nadie, no importa cuán imbécil sea). 

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...