jueves, 20 de octubre de 2016

Ni una menos


Este país está lleno de personas que están en contra de los que están en contra y en contra de los que están a favor... Siempre hay debates tan profundos como lo pueden permitir 140 caracteres. Cuando salió a la luz la campaña #NiUnaMenos en conmemoración a una joven de 16 que fue brutalmente agredida y asesinada, apareció paralelamente la campaña #NadieMenos.


Antes de comenzar a explicar por qué apoyo totalmente a la campaña #NiUnaMenos, quisiera aclarar que defiendo el derecho a la vida ajena y a que cada quién haga de su vida lo que le convenga, mientras no afecte a los demás. La violencia de género es una realidad del día a día que forma parte de nuestra estructura mental por lo que ya las consideramos consideramos normales, o incluso, "halagos". La violencia de género no es solamente una estadística de asesinato ni se soluciona con que todos los discursos digan "todas y todos".

Quisiera contar mis experiencias como mujer respecto a la violencia de género que la he vivido desde chiquita (más chiquita).
  • La primera vez que me "mandaron mano" (quisiera decir que fue la única) tenía 14 años y estaba con el uniforme de mi colegio. Caminaba por la Alameda y un hombre me agarró el trasero, volteé a ver - muy confundida - y me guiñó el ojo y puso su dedo en su boca para que no hiciera escándalo. Me senté a llorar en la vereda. 
  • En la universidad las insinuaciones no faltaron. Misteriosamente me convertí en ayudante de algunos profesores y debía pedir a mis compañeros de clase que fueran conmigo a las reuniones porque me sentía inquieta yendo sola. 
  • Vengo de una familia donde todavía debía "pedir permiso" para salir y debía dar reporte completo de con quién y a qué hora regreso. Mi hermano, ocho años menor, no necesita cumplir todo este protocolo. 
  • Al salir a farrear con mis amigas, siempre había la elegida para que "nos cuide" por si nos excedíamos en tragos (estamos en todo nuestro derecho) que nadie se aproveche de la situación. 
  • Diez años atrás me juré que nunca iba a permitir a nadie manipularme para hacerme sentir culpable por celos enfermizos. Lo hice porque viví una relación así. Mi novio de entonces, me llamaba apenas salía de clases y hablaba conmigo por celular hasta que llegaba a casa, me llamaba al teléfono convencional para asegurarse que era verdad y luego podía seguir con su vida. Él me dejó. 
  • Luego, empezamos la vida laboral. Cuando fui a pedir mi primer trabajo en un call center, me pidieron presentar una prueba de embarazo como requisito para el puesto. No diré más al respecto. 
  • En uno de los empleos que más amé y al que entregué alma, corazón, tiempo y vida, el jefe de mi jefe corrió la bola que yo me quedaba hasta tarde "haciendo horas extras" con mi jefe, dañando la imagen de ambos. Nunca vio en mi una profesional ni mi trabajo ni tampoco el hecho que nunca cobré horas extras. Tuve que empezar a llevar trabajo a casa hasta que salí de esa institución porque no soportaba el acoso. 
  • En el siguiente empleo, tuve la oportunidad de un ascenso. Siempre quedó la duda de por qué ascendí, muchos dijeron que era por mi trasero. Al final, renuncié. 
  • A las reuniones de trabajo me gusta presentarme elegante y formal pero en más de una ocasión he sido recibida con "acho, quién manda esto", "así para recrear la vista" y miradas o acercamientos incómodos. A veces siento que ni siquiera prestan atención a lo que digo. 
  • Me casé a los 25 años y tuve las críticas por "sucumbir a las instituciones sociales tradicionales" (estuve en la Escuela de Sociología) pero también muchas felicitaciones porque me "hice" de un buen marido (es un buen marido, sin duda). 
  • Por último, cuando decidimos tener una familia tuve que enfrentarme al hecho de un cambio en mi vida personal y profesional. En lo personal, he llenado el blog de post. En lo profesional, ha sido difícil tratar de respetar los horarios de lactancia, negarme a hacer viajes que impliquen pernoctar fuera de casa, esconderme para sacarme la leche o hacerlo mientras almuerzo y llevarme trabajo para hacerlo una vez que he puesto a dormir al bebé. Afortunadamente mi jefa me apoya muchísimo y, al ser mujer, no existen rumores idiotas sobre por qué soy su favorita. 

Soy mujer, hija, esposa, madre, profesional... Y quiero tener el derecho de vivir plena y libremente sin temor a convertirme en una estadística más... Mientras las condiciones no cambien y sigamos viviendo la violencia en la cotidianidad, me adscribiré a las iniciativas que promueven la equidad. Así que #NiUnaMenos.


¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...