sábado, 31 de marzo de 2012

Mis viejitos bellos...

Yo no le tengo miedo a la muerte pero sí me asusta mucho llegar a la vejez porque pienso que es volver a la vulnerabilidad de un niño pero con toda la conciencia plena de un adulto. Y mientras que la muerte es una señora que te visita de pronto y te lleva consigo, la vejez es un fantasma que merodea sigiloso y convierte todo en un otoño permanente. 

Si bien aún estoy lejos de la llamada "Tercera Edad", me siento muy golpeada por darme cuenta los estragos del tiempo en mis super héroes. Esos héroes que de niña me subían en sus brazos y me hacían surcar los cielos como SuperMan, que volaban a mi cama cuando gritaba por mis pesadillas para consolarme con un beso, que jugaban incansables al caballito mientras yo me sentaba en su espalda y fingía ser una llanera solitaria. 

Mis héroes están perdiendo sus superpoderes como la fuerza, el oído y la memoria. Aún me causa estragos emocionales ser yo quien lleve las fundas de las compras porque las dolencias de la cintura, de la rodilla o de otra parte del cuerpo les impide cargar con ese peso. Tampoco es fácil escuchar la misma historia varias veces pero no puedo interrumpir la conversación pues para ellos es muy importante o, tener que responder decenas de veces la misma pregunta porque se les olvidó mi respuesta. Tampoco me acostumbro a tener que alzar la voz para que me escuchen y a las vergüenzas que ocasiona el que griten mientras hablan por teléfono, incluso en lugares públicos.

Y no siento esto solo con mis héroes personales, sino aquellos que hicieron también su vida y sus años de juventud reposan en esas maravillosas fotos en blanco y negro. Esas personas pequeñitas, de cabellos blancos, siempre vestidos con la formalidad de antaño pero que hoy caminan lento en las calles, tienen un andar pausado para subir al sistema trolebús y que a veces pierden el sentido de orientación sin que al resto de transeúntes les importe o se den un par de minutos para brindarles soporte y lo que es peor aún, es que esos viejitos sean víctimas de burlas, maltratos e incluso, estafas.

Mis viejitos bellos. Fui una niña feliz, tuve la oportunidad de ser mimada por mis abuelos paternos y maternos, los primeros están con mi ñaño esperando el volvernos a encontrar. Y a los segundos, que todavía están conmigo, quiero aprovecharles cada segundo, acompañarles a hacer las compras, disfrutar de sus maravillas culinarias, cosechar los frutos de la huerta y escuchar todas esas historias que hacen brillar sus ojos al evocar tiempos de juventud y de amores... Aunque ya me conozca los finales...

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...