viernes, 1 de agosto de 2025

De la entrevista, al ghosteo!

Hoy estoy triste. No hay una forma graciosa de decirlo ni algún eufemismo que me ayude a suavizar este sentimiento.

El 30 de junio entré oficialmente en las estadísticas de desempleo en el Ecuador, principalmente porque el cierre de fondos de cooperación desde Estados Unidos obligó a muchas organizaciones de la sociedad civil a cerrar sus proyectos y, en algunos casos, a cerrar sus puertas. Sin embargo, desde febrero mi vinculación ya era de medio tiempo y, evidentemente, con medio salario; pero los gastos del hogar siguen siendo al 100%.

Desde entonces he enviado hojas de vida como si repartiera volantes de una picantería en una esquina del centro histórico. La verdad, ya perdí la cuenta de cuántos correos he enviado y cuántas cartas de motivación he firmado. El número de entrevistas a las que he sido convocada se cuenta con los dedos de las manos; los agradecimientos después de ellas no llegan ni a la mitad. Creo que el ghosting más feo que he enfrentado ha sido el de algunos reclutadores.

Uno de esos procesos —el único— avanzó mucho. Llegamos a la fase de referencias, y la gente tan linda con la que he trabajado estuvo dispuesta a mentir y hablar muy generosamente de mí. De verdad sentí mucha fe, estaba completamente motivada y convencida de que esta vez sí se daría. No pasó. El lunes me enviaron un correo agradeciéndome por participar y diciéndome que continúe postulando a los distintos procesos de la organización.

Lloré. Lloré mucho.

Sentí que mi perfil no es suficiente, que todos estos años de estudiar, trabajar y comprometerme a fondo con todo lo que emprendo no alcanzan. Sentí que ya no tiene sentido seguir enviando hojas de vida, porque contratarme, aparentemente, se siente como un favor que me hacen y no como que yo tengo mucho que ofrecer. 

Quisiera cerrar este post con palabras de aliento, diciendo que valoro todo lo demás que tengo y, aunque es cierto, no se siente como un consuelo. Hoy me voy a desanimar, voy a desahogarme con este post y seguiré intentando hasta que algo salga o me logre reinventar. Rendirme no es una opción. 

sábado, 5 de abril de 2025

Mis tres sueños cumplidos


Desde hace un tiempo, aprovecho los momentos con mis hijos para hacernos preguntas de todo tipo. Algunas son triviales, como cuál es su color o canción favorita, y otras más profundas, como cuál es su mayor anhelo o qué lo motivaría a hacer un "expecto patronum".

Un día, uno de mis hijos me preguntó cuáles eran mis tres sueños cumplidos. Luego de pensarlo un rato, se me ocurrió que el primero fue haber ido a Disney y disfrutar del cierre del parque con los juegos pirotécnicos. Eso fue hace 20 años, cuando era muy jovencita y hacía mi primer viaje fuera del país, así que lo recuerdo con mucha emoción.

Mi segundo sueño cumplido también fue un viaje, pero esta vez un poco más lejos: París. Cenar a orillas del río Sena, mirando la Torre Eiffel en nuestra tardía luna de miel, comiendo croissants de chocolate y nutella en cantidades bíblicas. Ese viaje por Europa fue toda una aventura para un par de jóvenes enamorados. (Sí, soy súper cursi, lo sé).

Cuando respondí cuál era mi tercer sueño cumplido, lo hice tan espontáneamente que incluso me sorprendí. Le dije que mi sueño era ser mamá de dos niños maravillosos. No puedo describir el brillo en sus ojos cuando me escuchó decirlo. Solo me respondió que estaba feliz de que todos mis sueños se hubieran hecho realidad.

Para mí fue extraño darle esa respuesta, sin pensarlo mucho, porque por muchos años me había enfocado en mi trabajo. Me encanta trabajar, estudiar, destacarme profesionalmente y tener libertad financiera. Sin embargo, balancear la vida profesional con la maternidad puede ser todo un reto; siempre se sacrifica algo en el camino, y ese algo, a veces, es nuestra salud mental y física.

Actualmente, tengo el privilegio de trabajar desde casa y de buscar otras alternativas laborales en las mismas condiciones. Mientras lo consigo, tengo la posibilidad de recibir a mis hijos cuando llegan de la escuela, descifrar en sus rostros cómo estuvo su día, escuchar los dramas acontecidos y repetirles —hasta que se harten— que los amo con toda mi alma y que soy muy feliz de ser su mamá.

De la entrevista, al ghosteo!

Hoy estoy triste. No hay una forma graciosa de decirlo ni algún eufemismo que me ayude a suavizar este sentimiento. El 30 de junio entré ofi...