Las noches que jugamos juntos en el baño, cuando leemos cuentos haciendo todos los sonidos de animales, las mañanas que le despierto cantando a mi pajarito, los cinco minutos más de vagancia mientras vemos las noticias y tomamos el pecho... Son apenas suspiros que no quisiera que terminen. Pero terminan.
Una no llega a dimensionar cuánto amor puede caber en el pecho. Cómo una sonrisa puede iluminar el mundo y un llanto, romper el corazón. Hace un año, no pensé que podría amar a alguien de esta manera porque inunda, lo llena todo... desde la memoria del celular con mil fotos y videos hasta el último pensamiento de la noche.
A veces me siento culpable porque cada mañana salgo de mi casa con la pañalera y el coche del auto y tengo que dejarlo (aunque sé que en casa de los abuelitos está super bien cuidado) para volar al trabajo con el tiempo justo y en la garganta un nudo. Simplemente lo extraño desde que le doy la bendición y mi beso de despedida.
