En uno de mis post anteriores hice referencia a la falta de legitimidad que tiene la función pública y todos los llamados “buróctratas”. A todos nos ha pasado que hacer un trámite en una institución pública puede convertirse en una especia de tortura medieval porque no solo es una pérdida de tiempo sino que se reciben malos tratos, poca disposición de ayuda y aparte los procesos resultan demasiado engorrosos. Por ejemplo, cuando me robaron la billetera tuve que sacar nuevamente la licencia fue un martirio. Fui a la Jefatura de Tránsito aproximadamente 6 veces para retirar un papel y ponerlo en otro escritorio. Finalmente todo salió bien y ahora nuevamente soy un peligro en las calles de Quito.
Como algunos saben, desde hace algunos meses pasé a engrosar las filas del sector público y debo decir que he recibido desde comentarios crueles sobre que vendí mi alma al color “esperanza” hasta comentarios muy divertidos como que el lema del servidor público es “Pida con cultura que se le negará con educación”. Cuando tomé la decisión estaba segura que era mi oportunidad de aportar al país todo lo que me había dado en una institución estatal.
Sin embargo, es triste pelear con un estigma que se ha ganado desde hace años. Todavía uno se encuentra con aquellas secretarias que pasan en el teléfono hablando con sus amigas y pueden tardarse horas para redactar un memo. Con aquellas personas que responden todo con “No sé, esa no es mi función. No estoy al tanto”. Con aquellas personas que cuando llega la hora de salida, imitan a Pedro Picapiedra y saltan de sus escritorios para sentarse en los recorridos e irse a su casa. De esas personas que perdieron el sentido de lo que significa dar un servicio.
Es triste ver a esas personas que perdieron la pasión por su trabajo, la amabilidad para tratar con la gente, que sienten que hacen un favor a quienes reclaman sus derechos. Yo creo que cada quien es libre de tener el carácter que a bien tuviere, pero si recibe un sueldo de parte de millones de ecuatorianos, al menos debería fingir que es una persona gentil. Después de todo no era esa la campaña “Sonríe Ecuador, somos gente amable”?
Lo bueno es que aún logro darme cuenta de las cosas que no funcionan y, aparte de indignarme, puedo hacer que estas cambien. Hay una frase muy interesante que creo que puede convertirse en una máxima de vida “Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario” Elbert Hubbar
Como algunos saben, desde hace algunos meses pasé a engrosar las filas del sector público y debo decir que he recibido desde comentarios crueles sobre que vendí mi alma al color “esperanza” hasta comentarios muy divertidos como que el lema del servidor público es “Pida con cultura que se le negará con educación”. Cuando tomé la decisión estaba segura que era mi oportunidad de aportar al país todo lo que me había dado en una institución estatal.
Sin embargo, es triste pelear con un estigma que se ha ganado desde hace años. Todavía uno se encuentra con aquellas secretarias que pasan en el teléfono hablando con sus amigas y pueden tardarse horas para redactar un memo. Con aquellas personas que responden todo con “No sé, esa no es mi función. No estoy al tanto”. Con aquellas personas que cuando llega la hora de salida, imitan a Pedro Picapiedra y saltan de sus escritorios para sentarse en los recorridos e irse a su casa. De esas personas que perdieron el sentido de lo que significa dar un servicio.
Es triste ver a esas personas que perdieron la pasión por su trabajo, la amabilidad para tratar con la gente, que sienten que hacen un favor a quienes reclaman sus derechos. Yo creo que cada quien es libre de tener el carácter que a bien tuviere, pero si recibe un sueldo de parte de millones de ecuatorianos, al menos debería fingir que es una persona gentil. Después de todo no era esa la campaña “Sonríe Ecuador, somos gente amable”?
Lo bueno es que aún logro darme cuenta de las cosas que no funcionan y, aparte de indignarme, puedo hacer que estas cambien. Hay una frase muy interesante que creo que puede convertirse en una máxima de vida “Una máquina puede hacer el trabajo de 50 hombres corrientes. Pero no existe ninguna máquina que pueda hacer el trabajo de un hombre extraordinario” Elbert Hubbar
excelente, la pura verdad..
ResponderEliminarHola soy @monoliberal, aprecio increíblemente tu honestidad en el relato. Sin embargo me preocupa por tu juventud q esta experiencia publica te afecte (negativamente) mas de lo que pueda contribuir a tu formación. X favor nunca te conviertas en esas personas "q perdieron su pasión x el trabajo" Renuncia apenas te des cuenta d ello. LA BUROCRACIA SIEMPRE SERA ASÍ.
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