Cuando yo era pequeña (ok, más pequeña) no entendía la razón por la que mis papás me habían hecho una niña y no un niño. Yo envidiaba tanto la libertad que tenía mi hermano para moverse y vestirse mientras que yo debía usar vestidos que odiaba, mallas que rompía a propósito, binchas de bolas que eran literalmente un dolor de cabeza, estaba obligada a sentarme con las piernas cerradas y permanecer impecable cuando lo que más me gustaba era jugar, treparme a los árboles, arrastrarme por el suelo y estar con los otros niños.
Creo que desde esa edad ya nos aflojan par tornillos a las niñas. Mis padres también tuvieron la genial idea de meterme en colegio de monjas porque consideraron que era demasiado, digamos, extrovertida para desenvolverme en un colegio mixto. No cuestiono su decisión pero sin duda, fueron trece años de gran aprendizaje sobre el funcionamiento de las mujeres. He aquí algunas de mis conclusiones:
Aprendí que el ser mujer te mete por defecto en una competencia aunque ni siquiera estés consciente de ello. Las niñas compiten por quién es la más bonita, la que se viste mejor, la que se maquilla bien, la que es más inteligente, la que tiene el novio más guapo y así por cualquier cosa. Y la clave para sobrevivir es permanecer perfil bajo pero en ese tiempo yo no lo sabía! Y comenzando porque tengo una voz que se escucha de un extremo al otro de la ciudad y no puedo quedarme callada más de dos segundos, jamás he sido perfil bajo y muchas veces perdí en esta competencia absurda.
Aprendí también que la “mejor amiga” es de esas categorías que debe manejarse con riesgo de explosión radioactiva pues generalmente es la persona que al enojarse contigo, suelta todos los secretos más íntimos que le contaste mientras hacían ese pacto de amistad por siempre. Los hombres suelen ser más leales, siempre he sentido cierta envidia porque tienen el pacto tácito de que “Entre bomberos no se pisan las mangueras” y, salvo ciertas excepciones, lo cumplen. Fue hasta la universidad que realmente conocí a una mujer que vale le pena denominarse como mejor amiga y llevamos como 7 años de una hermosa relación.
Y por último y, especialmente en este último tiempo, aprendí que no importa quién seas, ni lo que hagas, ni siquiera lo que aspires en la vida. Siempre habrá niñas que te odian por el simple hecho de existir. Hay quienes dicen que es envidia pero yo tengo mis dudas, simplemente creo que es desocupación y falta de sentón[1]. Por mi parte, creo que nunca seré la persona más popular entre las niñas pero en lo que podemos considerar mi “mini mundo”, no somos muchas pero somos machas! Quizá un poco desprolijas, con un cariño poco convencional pero de lo más divertido que hay en el mercado.
[1] Sentón: Dícese de la expresión que se refiere al acto de sentarse sobre una persona que ya está sentada.
Creo que desde esa edad ya nos aflojan par tornillos a las niñas. Mis padres también tuvieron la genial idea de meterme en colegio de monjas porque consideraron que era demasiado, digamos, extrovertida para desenvolverme en un colegio mixto. No cuestiono su decisión pero sin duda, fueron trece años de gran aprendizaje sobre el funcionamiento de las mujeres. He aquí algunas de mis conclusiones:
Aprendí que el ser mujer te mete por defecto en una competencia aunque ni siquiera estés consciente de ello. Las niñas compiten por quién es la más bonita, la que se viste mejor, la que se maquilla bien, la que es más inteligente, la que tiene el novio más guapo y así por cualquier cosa. Y la clave para sobrevivir es permanecer perfil bajo pero en ese tiempo yo no lo sabía! Y comenzando porque tengo una voz que se escucha de un extremo al otro de la ciudad y no puedo quedarme callada más de dos segundos, jamás he sido perfil bajo y muchas veces perdí en esta competencia absurda.
Aprendí también que la “mejor amiga” es de esas categorías que debe manejarse con riesgo de explosión radioactiva pues generalmente es la persona que al enojarse contigo, suelta todos los secretos más íntimos que le contaste mientras hacían ese pacto de amistad por siempre. Los hombres suelen ser más leales, siempre he sentido cierta envidia porque tienen el pacto tácito de que “Entre bomberos no se pisan las mangueras” y, salvo ciertas excepciones, lo cumplen. Fue hasta la universidad que realmente conocí a una mujer que vale le pena denominarse como mejor amiga y llevamos como 7 años de una hermosa relación.
Y por último y, especialmente en este último tiempo, aprendí que no importa quién seas, ni lo que hagas, ni siquiera lo que aspires en la vida. Siempre habrá niñas que te odian por el simple hecho de existir. Hay quienes dicen que es envidia pero yo tengo mis dudas, simplemente creo que es desocupación y falta de sentón[1]. Por mi parte, creo que nunca seré la persona más popular entre las niñas pero en lo que podemos considerar mi “mini mundo”, no somos muchas pero somos machas! Quizá un poco desprolijas, con un cariño poco convencional pero de lo más divertido que hay en el mercado.
[1] Sentón: Dícese de la expresión que se refiere al acto de sentarse sobre una persona que ya está sentada.
Algunas niñas pueden parecer duras por fuera y les cuesta trabajo expresar cuanto aprecian a las personas que se lo merecen, a pesar de decir lo que piensan sin anestesia y censura.. Oh yo soy una de esas niñas..
ResponderEliminarNo somos muchas pero somos machas, mi amor.. Nunca seremos las niñas bonitas que llevan maquillaje en su bolsa y se tardan dos horas antes de salir a la calle.. A vos te quiero con ese corazón de peluche que tienes!
ResponderEliminaryo creo que la diferencia de género está sobreestimada
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