Ya son nueve años desde que no estás y este domingo sería tu cumpleaños número 29. Pueden llamarme loca por seguir celebrando el día de tu nacimiento aunque no haya pastel ni fiesta ni motivos para estar alegre. Pero es la fecha que quiero recordar en lugar del día en que te fuiste. Me prometí que este espacio sería de cosas bonitas y divertidas pero siento la imperiosa necesidad de dedicarte este espacio y escribirte lo que cada noche te cuento antes de irme a dormir.
Desde que partiste, he asistido a las graduaciones de tus amigos y compañeros, a sus cumpleaños y hasta a sus bodas. Cuando estamos ahí, en medio de la algarabía y la felicidad, me doy un tiempo para pensar en cómo sería todo si estuvieras aquí. He pensado en lo orgullosa que hubiera estado – como siempre lo estuve – cuando te coloquen esa toga y ese birrete de ingeniero. Me encantaba escucharte por qué elegiste esa carrera, le ponías tanta pasión y soñabas con ayudar a las personas con tu condición. También me hubiera encantado que estés en mi graduación y que escuches la dedicatoria que te escribí… aunque mi intención nunca fue hacer llorar a los asistentes.
En las bodas, pienso en lo celosa que hubiera estado de la persona que se convierta en mi cuñada. Siempre te quise solo para mí, incluso cuando éramos niños y solamente nos entendíamos a golpes. Pienso en tantas cosas y te extraño mucho pero he aprendido a recordarte con sonrisas, aunque a veces, mis mejillas se mojan porque quisiera tanto que estuvieras aquí.
A veces me rehúso a irte a visitar en donde descansas porque no tiene sentido ir a un lugar cuando sé que me cuidas todo el tiempo. Eres mi ángel de la guarda pero elegiste un mal trabajo porque seguro te hago trabajar horas extras y sin garantías laborales.
Tenía que hacerte este post y estoy segura que muy pronto nos volveremos a encontrar. Mi pequeño Juanchito, basta con que en algún lado estés…
Desde que partiste, he asistido a las graduaciones de tus amigos y compañeros, a sus cumpleaños y hasta a sus bodas. Cuando estamos ahí, en medio de la algarabía y la felicidad, me doy un tiempo para pensar en cómo sería todo si estuvieras aquí. He pensado en lo orgullosa que hubiera estado – como siempre lo estuve – cuando te coloquen esa toga y ese birrete de ingeniero. Me encantaba escucharte por qué elegiste esa carrera, le ponías tanta pasión y soñabas con ayudar a las personas con tu condición. También me hubiera encantado que estés en mi graduación y que escuches la dedicatoria que te escribí… aunque mi intención nunca fue hacer llorar a los asistentes.
En las bodas, pienso en lo celosa que hubiera estado de la persona que se convierta en mi cuñada. Siempre te quise solo para mí, incluso cuando éramos niños y solamente nos entendíamos a golpes. Pienso en tantas cosas y te extraño mucho pero he aprendido a recordarte con sonrisas, aunque a veces, mis mejillas se mojan porque quisiera tanto que estuvieras aquí.
A veces me rehúso a irte a visitar en donde descansas porque no tiene sentido ir a un lugar cuando sé que me cuidas todo el tiempo. Eres mi ángel de la guarda pero elegiste un mal trabajo porque seguro te hago trabajar horas extras y sin garantías laborales.
Tenía que hacerte este post y estoy segura que muy pronto nos volveremos a encontrar. Mi pequeño Juanchito, basta con que en algún lado estés…