martes, 22 de marzo de 2011

La foto de carné... Para los más buscados.


En mi Unidad Educativa del Milenio me indicaron vía memorándum (Me suena tan importante esa palabra, aunque no sea más que una simple comunicación interna) que tenía que trabajar dos sábados para recuperar los días del feriado de Carnaval que, por cierto, no disfruté en esa institución. Sin embargo, no es mi costumbre quejarme (Mentira!) así que acepté gustosamente (Mentira!!!) y asistí normalmente a mi escuelita pero ya dejé la ropa almidonada y fui con jean, tenis y camiseta… Debo confesar que me sentía en el paraíso. 

Al llegar a la oficina, luego de un trote maratónico porque llevaba 6 minutos tarde a causa de la mala planificación municipal respecto al arreglo de las calles, sin previo aviso; puse mi manito en el aparato para controlar la asistencia y; me encontré con la puerta cerrada. Me senté en una grada para recuperar el aliento, disminuir el rojo de los cachetes y hacer tiempo hasta que llegue el “semanero” con la llave. 

En mi divagar matutino, llegó una compañera con una interesante noticia: Por orden superior todos los ecuatorianos debemos utilizar la nueva cédula y, nosotros como empleados públicos, teníamos preferencia en la asignación de turnos... Justo (Y solamente) ese día! Bueno, maldije el momento en que decidí vestirme zarapastrozamente, cuando opté por no peinarme y el haberme peleado con el espejo. El hecho de que mis compañeras hayan ido acicaladas, solo me hizo sentir más incómoda pero ya estaba embarcada en el trámite.

Al llegar al nuevo Registro Civil – debo reconocer que está impecable, así hasta para casarse con gusto – hicimos la fila preferencial para el pago del nuevo documento, esperamos como todos y cuando estaba a un turno de ser atendida me mandaron a otro módulo. El joven que me atendió estaba revisando su Facebook y estaba más concentrado en criticarle a una muchacha en una fiesta que en atenderme a mí. Cuando tenía unos chispazos de concentración me hacía preguntas como “Es esta su dirección actual?” y yo respondía “No, ya no vivo ahí”, “Tiene planilla de agua o luz para cambiarle?”, “No, no traje”, “Entonces sigue viviendo ahí”. La misma historia ocurrió con mis estudios así que para la cédula yo sigo siendo Bachiller de la República, bueno, al menos me hace sentir joven.

Cuando me preguntó mi color favorito, yo estuve por responderle “Pero hagámonos amiguitos primero, cualquiera me invita al Facebook aunque sea”. Seguramente notó mi cara de sorpresa y me explicó que esta sería mi clave para cuando quiera sacar una nueva cédula. No sé a ustedes pero a mí me preguntó mi número celular, cosa que me sorprendió sobremanera ya que a mis compañeras no les solicitaron esa información (Aún espero secretamente que me llame para invitarme a su Facebook). 

Llegó el momento crucial de toda persona que tiene que sacar la cédula: La foto! Ahí medio medio “me asenté los pelos”[1] y me tuve que quitar los aretes (Aún no entiendo una razón lógica para tal disposición) y como el maquillaje no es algo que lleve en mi bolso normalmente no pude hacer más por mi cara. Lo único que pude hacer es poner mi mejor sonrisa. El primerísimo primer plano muestra hasta mis malos pensamientos y próximamente será utilizado para un reportaje sobre “Las Dulces Sueños”. En fin, ahora ya tengo el documento oficial para el nuevo referéndum y solamente puedo decir que creo en los milagros, excepto en la foto de la cédula…


[1] Asentar los pelos: Dícese de la expresión utilizada para intentar - fallidamente - peinarse.

1 comentario:

¿No será hambre?

 Hace unos días vi un meme que me recordó a un episodio que viví hace como cinco años y es una historia que todavía me sonroja cada vez que ...