martes, 16 de agosto de 2016

Curioso elemento el tiempo...

Hasta hace poquito más de seis meses, contaba mi vida en semanas y las últimas 8 se convirtieron en eternas! Luego, empezamos a contar en meses y los tres primeros se diluyeron como hielo en el verano quiteño... Luego, con el regreso a trabajar, las ocho horas de trabajo se han vuelto siglos que no terminan hasta que llego a casa y estoy con mi gordo (o con mis gordos cuando el hubby está en casa).

Las noches que jugamos juntos en el baño, cuando leemos cuentos haciendo todos los sonidos de animales, las mañanas que le despierto cantando a mi pajarito, los cinco minutos más de vagancia mientras vemos las noticias y tomamos el pecho... Son apenas suspiros que no quisiera que terminen. Pero terminan.

Una no llega a dimensionar cuánto amor puede caber en el pecho. Cómo una sonrisa puede iluminar el mundo y un llanto, romper el corazón. Hace un año, no pensé que podría amar a alguien de esta manera porque inunda, lo llena todo... desde la memoria del celular con mil fotos y videos hasta el último pensamiento de la noche.

A veces me siento culpable porque cada mañana salgo de mi casa con la pañalera y el coche del auto y tengo que dejarlo (aunque sé que en casa de los abuelitos está super bien cuidado) para volar al trabajo con el tiempo justo y en la garganta un nudo. Simplemente lo extraño desde que le doy la bendición y mi beso de despedida.

Hay muchas versiones respecto a las madres trabajadoras. Algunos estudios mitigan mi conciencia porque muestran que a los pequeños les va bien en la vida cuando han sido hijos de mujeres que trabajan. La cuestión es que hoy por hoy, la alternativa de dejar el trabajo es un lujo que ni papá ni yo podemos darnos. Solo espero que nuestro gordito nos entienda y nos perdone por el tiempo que no estamos.



viernes, 20 de mayo de 2016

Tengo una mami lechera, no es una mami cualquiera...

* Contenido explícito, no apto para personas sensibles*

Como ahora soy monotemática en las conversaciones y post (Solo se refieren a Juan José), he hablado con mujeres que ya son mamás y una de las cosas que más me ha llamado la atención es la posición que tienen respecto a la lactancia. Para muchas ha sido una experiencia traumática e incómoda por varios factores: 

  • Dolor en las chichis: Dar de lactar puede ser doloroso porque el bebé agarra, aplasta, hala y lastima los pezones. Yo intenté prepararme para esto desde el embarazo utilizando un cepillo dental durante mis duchas hasta que agarraron la consistencia de chupón! Salvo las molestias iniciales, no sufrí como cuentan muchas mujeres. 
  • Aumento de tamaño de copa: Siempre me he quejado de la falta de delantera, el embarazo y la lactancia me han quitado ese complejo. Soy muy feliz luciendo el nuevo escote (mientras dure esta etapa) y usando blusas "abre-fácil" para dar de comer al pequeño cuando le de ganas. 
  • Los sitios públicos: Cuando el hambre llama, no hay mucho que podamos hacer con los bebés porque nos lo hacen saber a los gritos. Si son de las que optaron (o fueron obligadas por el pediatra) por la lactancia exclusiva, no tienen otra opción que sacar la chichi y enchufar al guagua. Debo confesar que esto me ha resultado incómodo porque el exhibicionismo no es lo mío y tiendo a sonrojarme cuando hay mucha gente mientras debo dar de lactar. En todo caso, hay pañuelos o pañales de tela que se ponen en el pecho durante el proceso y nadie tiene por qué ver más allá.
  • Olor a leche 24/7: Si eres una mami lechera no te salva nadie de oler a leche todo el día pero con un bebé en casa hay que acostumbrarse a constantes fluidos - propios y ajenos - en la ropa y el cuerpo. La leche es lo que menos me preocupa. Es necesario usar protectores o recolectores para evitar que la leche manche la ropa, con eso basta!
  • Cuidar las comidas: Esto es una de las cosas más difíciles para mí porque soy un tractorcito comelón (y la lactancia me permite comer todo lo que pueda sin subir de peso!). Todo lo que entra en mi organismo se va a la leche y le paso al Juanjo y con el método de prueba - error me he dado cuenta que hay cosas que le sientan fatal como la leche, el maní y la fanesca. Evidentemente, mi consumo de café y alcohol sigue restringido y, de vez en cuando, los extraño a ambos. 
  • Angustia extrema: Lo que realmente ha sido muy duro de esta etapa es la duda. Al ser mi primer bebé tengo muchas inquietudes respecto a su alimentación, salud y desarrollo. En muchas ocasiones pensaba que mi leche no era suficiente y que le dejaba con hambre, esto desembocaba en llanto de lado y lado (aparentemente, en este año he llorado muchísimo) pero con paciencia y serenidad, tengo lo necesario para darle de comer al Pochito y armar el banco de leche que ha servido mucho ahora que regresé a trabajar. 

Esto de la lactancia, así como toda la maternidad, requiere de mucho amor y paciencia (de esta última he tenido que aprender a la brava). Se trata de una etapa nueva con muchas decisiones que tomar, muchos momentos de crisis y miles de consejos no pedidos o juicios no deseados. Al final del día, lo único que importa es que mamis y pochis hagan lo que sientan que les va bien. (Ese es mi consejo no pedido).




domingo, 24 de abril de 2016

Los Pochitos...

Seguramente, si escribía este post hace un mes, hubiera llenado de lágrimas el teclado. Cuando me dijeron que esto de ser papás no era fácil, me mintieron! Cuando me dieron un bodoquito de menos de 50 cm. flaco como un palillo, totalmente frágil y que solamente puede comunicarse mediante el llanto... Se me unió el cielo y la tierra. Con todo el amor que teníamos, ser padres resultaba aterrador!



Han pasado dos meses y medio desde el nacimiento de Juan José y siento que cada día me enamoro más del pequeñito que ahora parece el muñequito Michellin. Ahora me gruñe, balbucea, gorjea y así podemos pasarnos horas en "conversaciones" que terminan en un loco abrazo o beso cada vez que me sonríe. Qué puedo decir? Es mi juguete precioso. 

Lo más lindo de todo, ha sido llegarnos a conocer tanto en tan poquito tiempo. Amo como él sonríe cuando me oye llegar a la habitación en la que se encuentra, cómo me mira y se sujeta a mi pecho mientras come y cómo disfrutamos dormir abrazados cuando llora en la madrugada. Sí, yo también sé (leí, me dijeron, me recetó el doctor) que no es bueno acostumbrarlo a los brazos, que hay que establecer horarios para la comida, que hay que dejarlo llorar y bla, bla, bla pero saben qué... Esos pucheros me doblan la voluntad. 



Sé que mi vida jamás será la misma y me entristece haber perdido a quienes yo consideraba que eran mis amigos. Supongo que ya no estoy en el carril izquierdo. Ahora tengo que planificar detalladamente (ver la hora, verificar pañal, organizar pañalera, ajustar la silla del auto, guardar las llantas del coche) hasta una salida al supermercado. Durante estas semanas, apenas tengo tiempo para bañarme y lavarme los dientes, ya no he podido maquillarme y arreglarme pero mi Pochito me ve como la más linda del mundo. 

Cuando estaba a punto de dar a luz, pensaba en lo difícil que sería alejarme del trabajo por tres meses. Tengo conmigo la computadora de la oficina pero no la he abierto sino en contadas ocasiones. Valoro cada segundo con mi pequeño y, viendo tan cerca mi retorno al trabajo, no puedo evitar enlagunarme los ojitos. Lastimosamente, yo también voy a entender lo que siente el papito cada vez que tiene que despedirse para ir a trabajar. 



Creo que ya pasamos lo más duro... al menos hasta que se vuelva un adolescente mutante... 


miércoles, 2 de marzo de 2016

Y me convertí en mamá - Lado B

Según lo que dice todo el mundo, no debería estar escribiendo sino durmiendo porque es de las cosas que casi no he hecho durante los últimos 21 días. Leo mi post sobre el último berrinche y me causa chiste pues Resulta que hay cosas más difíciles que hacer gente: sacar a la gente de dentro de uno y criar a la gente que salió de uno. 

Vamos por partes, primero la de sacar a la gente de adentro de uno. Como me indujeron el parto, el jueves a las 10 am estaban poniéndome pitocin en la vena para que mi cuerpo produzca contracciones y pueda dar a luz (la teoría suena bien). Hasta el medio día, me reía de las contracciones, las contaba mientras mantenía una conversación civilizada con el hubby y los futuros abuelos. 

A partir de las 2 pm, me convertí en la niña del exorcista. Dejé de hablar para empezar a gruñir, tenía los ojos blancos, cada contracción me provocaba arcada y pedía a gritos que me dejaran botarme por el balcón de la habitación. Perdí la noción del tiempo pero calculamos que estuve poseída, aproximadamente unas cuatro horas. 

A la mañana siguiente, sentía que un camión me hubiera arrollado y hubiera dado retro para arrollarme de nuevo. Me dolía toda la humanidad y me dolía el corazón porque nuestro pequeñito no estaba tolerando el alimento así que no lo pudimos tener en nuestra habitación sino hasta dos días más tarde. Ahí empieza la aventura de criar a la personita nueva en el mundo. 

Mi papá siempre me decía "cuando seas mamá has de entender" y creo que ahora empiezo a entender. Tengo a mi cargo a un hombrecito cuya vida, literalmente, depende de mí y yo apenas había aprendido a cuidar, a medias, a un goldfish que se llama Perro. 

El internet dice que los primeros meses los bebés solo comen y duermen pero es mentira!!! Los bebés lloran y mucho! Y no tienen manual de instrucciones así que toca ir agotando posibilidades hasta cachar el motivo de su llanto pero debo confesar que a veces me he sentido tan perdida que termino llorando con el Juanjo. El hubby ha sido mi fortaleza y las abuelitas de los dos lados han sido un apoyo maravilloso cuando siento que el mundo se me viene abajo. 

En ocasiones extraño mi vida (salir, hablar con amigos, ir a la oficina, no ser una vaca lechera), esa que tuve y que jamás recuperaré porque empieza una nueva etapa, una nueva aventura en nuestro hogar. Pero como dije en el otro post, esos ojos de capulí y esa sonrisa (que a veces no es más que un gas atorado) hacen que todo valga la pena. 

Y me convertí en mamá - Lado A

La historia de cómo me convertí en mamá tiene dos lados. El primero, que describo en este post, habla sobre la magia, la inmensa marea de emociones y sentimientos y de ese amor a primera vista que uno siente por esa personita que cuidó en su vientre por nueve meses. 

Por una serie de factores, tuvieron que inducirme el parto, así que el jueves 11 de febrero agarramos los trapitos, nos encomendamos a Dios y salimos al hospital. Ambos estábamos nerviosos peor teníamos esa extraña sensación de que todo iba a estar bien... y así fue. Pensé que sería la última vez que me viera con pancita pero no fue así, se necesitaron varios días para que se note que ya no había bebé ahí dentro. 

Voy a saltarme la parte de los pinchazos y las contracciones porque eso, obviamente, va en el lado B de la historia. Afortunadamente, tuve una buena guía de mi médico y opté por usar anestesia, lo cual me permitió disfrutar completamente del milagro de la maternidad. Una vez que estuve en sala de partos, todo lo que quedaba era esperar. 


El hubby había pasado todo el día a mi lado, acompañándome en el proceso y sosteniendo mi mano; así que era momento de un descanso. Mi mami tomó la posta por un par de horas mientras yo me relajaba en el jacuzzi de la sala de partos con el dolor atenuado por la peridural. Al final, el proceso demoró la cuarta parte de lo esperado y, faltando 10 minutos para el 12 de febrero, nació el pequeño Juan José. 



Los instantes que pasan entre que el bebé sale de mí hasta que se oye su primer llanto parecen eternos! Pero la recompensa vino cuando el pediatra lo puso en mi pecho y me dijo que todo estaba en orden. Cuando lo sostuve por primera vez sentí mariposas en la panza, con sus grandes ojos fijos en mí, me enamoré de mi bodoquito. 


Debo decir que han pasado 21 días desde que nos convertimos en una familia. El bebé está bien y mi recuperación ha sido fantástica! Ya quepo en mis pantalones preembarazo y puedo alimentar a mi bodoque sin necesidad de fórmula. Cada día nuestro Juanjo está más grande y tiene a todos chocheando a su alrededor. Debo confesar que si bien las malas noches y la falta de tiempo pesan, su mirada y su sonrisa lo compensan todo. 

jueves, 28 de enero de 2016

La última milla...

*Aclaración: No es queja, estoy ejerciendo mi legítimo derecho a hacer berriche*

Durante todos estos meses les he mantenido al tanto del embarazo, del crecimiento del pequeño, la ilusión de la espera, la magia que se siente al recibir las primeras pataditas...

Ahora estamos cumpliendo la semana 36 y la recta final se me ha vuelto más complicada de lo que creí. Han sido unos meses muy lindos, he crecido bastante (en todo sentido, especialmente a lo ancho) y he aprendido a amar a un hombrecito que aún no conozco. Sin embargo... ya quiero que salga!!! Les explico por qué:

Al principio del embarazo, las mujeres tenemos una hermosa pancita (todavía proporcional al cuerpo), tenemos un brillo en la mirada que cautiva a todos y el rostro se ilumina cuando hablamos del bebé que viene en camino. No obstante, con el paso de los meses, se va perdiendo el garbo y la elegancia al aumentar exponencialmente de tamaño. La ropa maternal me corta la circulación y lo único que me hace sentir cómoda es el forro de la lavadora.

Eso no es todo. El contoneo al caminar se ha visto reemplazado por un sexy movimiento de lado a lado, semejante al que podría tener un pingüino borracho; complementado con la mano en la cadera que trata, inútilmente, de disminuir el dolor lumbar. Y eso es nada, comparado con el espectáculo que representa llevantarme de un sofá o de la cama. Seguramente así se sienten las tortugas que quedan panza arriba. 


Los zapatos son mi propio purgatorio y muchas veces he tenido que esconderlos debajo del escritorio cuando estoy en horario de oficina. El aro de matrimonio se ha convertido en dije porque las manitos están tan hinchadas que ya no cabe ni en el dedo meñique. Si suman esto a las ojeras con las que amanezco porque la noche se vuelve más difícil entre el peso y el deseo de ir al baño... soy todo un esperpento.

En cualquier caso, ha sido toda una experiencia. En junio, nos enteramos que teníamos un pequeño renacuajo nadando en mi interior y nos llenó de dicha, aunque todavía era era imperceptible. Luego fue creciendo más y más, así como nuestro cariño; cuando tenía el tamaño de un aguacate, sentía sus delicadas caricias desde el interior. Ahora, con sus cerca de tres kilos y 44 cm., me da unas patadas voladoras que me quitan la respiración. 


Sé que nuestra aventura apenas comienza y, por ahora, nos desbordan los sentimientos. Tenemos mucha alegría, ansiedad, temor, emoción... Sin embargo, haremos un gran trabajo. Tenemos el ejemplo de nuestros padres (nosotros no quedamos tan mal!) y nos amamos con el alma. Ya en pocas semanas, toda esta incomodidad quedará atrás y, al fin, estaremos con nuestro Juan José en brazos.


jueves, 31 de diciembre de 2015

Adiós 2015... Bienvenido Juan José!

Ya se va haciendo costumbre esto de cerrar el año con un post, aunque durante los 364 días restantes apenas haya aparecido por aquí. Hoy, cierro el 2015 en casa, de vacaciones con el lado izquierdo de la cama vacío porque el hubby tuvo que trabajar esta fecha. Creo que es bueno tener mala memoria (o quizás el Juanjo me está quitando todo el fósforo) porque mi balance del año es positivo:

En el ámbito laboral, tuve muchas oportunidades de codearme con la alta alcurnia politiquera y demostrar lo que hemos logrado, me pude pasear por Madrid. He podido probarme a mí misma que sí puedo con una responsabilidad tan grande. Esto se agradece doble, cuando ha sido un año sumamente difícil para muchas personas, entre ellas, gente muy cercana y muy querida. 

En lo personal, seguimos creciendo (sobretodo la pancita). Luego de varios sustos durante estas 31 semanas de embarazo, me alegra saber que estamos avanzando bien. Cada día crece y se hace sentir con sus patadas voladoras o sus episodios de hipo. A este paso y, habiéndome convertido en una refri de dos puertas, creo que el peque va a nacer más alto que su madre!

Además, aproveché con locura este año para terminar la tesis, claro que la señorita secretaria (tan amable) decidió que debía guardar reposo desde noviembre hasta enero y dejó archivado mi trabajo hasta el otro año. Seguramente defenderé la tesis con una panza de dos metros o con un pequeño en mis brazos. De todos modos, terminamos ya esa tortura.

Este año ha sido muy importante para mí. He recibido toneladas de cariño de mi familia y amigos. Mi esposo sigue siendo mi mejor amigo y cómplice, mi compañero en esta nueva aventura de ser padres... "mi amor de mi vida". Mis padres y mis suegros se han encargado de mostrarme cuán grandiosa es la tarea de ser "papases" y han sido un ejemplo de lo que queremos ser con nuestro Juanjo. La salud de mi mami está mucho mejor y ahora se ha vuelto una abuela chocha. Mi hermano, estrenándose de tío, me llena de mimos cada día, me cuida y me acompaña cuando estoy enferma o triste ha sido mi fortaleza. El refugio de amigas y amigos también ha sido fundamental en este año con risas, llantos y el infaltable bullying.

Así, todo lo malo se quemará hoy a las 12 de la noche y esperaremos recibir el 2016 con el corazón lleno de esperanza, los mejores deseos para las personas que amamos y con el profundo anhelo de que llegue el día de sostener a nuestro peque en brazos.

De la entrevista, al ghosteo!

Hoy estoy triste. No hay una forma graciosa de decirlo ni algún eufemismo que me ayude a suavizar este sentimiento. El 30 de junio entré ofi...