miércoles, 2 de marzo de 2016

Y me convertí en mamá - Lado A

La historia de cómo me convertí en mamá tiene dos lados. El primero, que describo en este post, habla sobre la magia, la inmensa marea de emociones y sentimientos y de ese amor a primera vista que uno siente por esa personita que cuidó en su vientre por nueve meses. 

Por una serie de factores, tuvieron que inducirme el parto, así que el jueves 11 de febrero agarramos los trapitos, nos encomendamos a Dios y salimos al hospital. Ambos estábamos nerviosos peor teníamos esa extraña sensación de que todo iba a estar bien... y así fue. Pensé que sería la última vez que me viera con pancita pero no fue así, se necesitaron varios días para que se note que ya no había bebé ahí dentro. 

Voy a saltarme la parte de los pinchazos y las contracciones porque eso, obviamente, va en el lado B de la historia. Afortunadamente, tuve una buena guía de mi médico y opté por usar anestesia, lo cual me permitió disfrutar completamente del milagro de la maternidad. Una vez que estuve en sala de partos, todo lo que quedaba era esperar. 


El hubby había pasado todo el día a mi lado, acompañándome en el proceso y sosteniendo mi mano; así que era momento de un descanso. Mi mami tomó la posta por un par de horas mientras yo me relajaba en el jacuzzi de la sala de partos con el dolor atenuado por la peridural. Al final, el proceso demoró la cuarta parte de lo esperado y, faltando 10 minutos para el 12 de febrero, nació el pequeño Juan José. 



Los instantes que pasan entre que el bebé sale de mí hasta que se oye su primer llanto parecen eternos! Pero la recompensa vino cuando el pediatra lo puso en mi pecho y me dijo que todo estaba en orden. Cuando lo sostuve por primera vez sentí mariposas en la panza, con sus grandes ojos fijos en mí, me enamoré de mi bodoquito. 


Debo decir que han pasado 21 días desde que nos convertimos en una familia. El bebé está bien y mi recuperación ha sido fantástica! Ya quepo en mis pantalones preembarazo y puedo alimentar a mi bodoque sin necesidad de fórmula. Cada día nuestro Juanjo está más grande y tiene a todos chocheando a su alrededor. Debo confesar que si bien las malas noches y la falta de tiempo pesan, su mirada y su sonrisa lo compensan todo. 

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