Cuando dejé mi escuelita y dejé
el “Ani Mini World Tour”, lo hice bastante decepcionada de las personas a las
que tuve que conocer en el camino y que me enseñaron lo malo y lo feo del
sector público, también salí muy decepcionada de los manejos en los que te
envuelve la política. Mi legado no se encuentra en los archivos de la
institución sino en el trabajo realizado en territorio y con la gente. Eso sí, redacté
una carta de renuncia que estuvo más larga que mi tesis universitaria porque
necesitaba dejar plasmada mi indignación y mi desilusión.
Como siempre al final de un
ciclo, empaqué en una caja todas mis pertenencias que iban desde golosinas a
punto de caducarse y ropa que tenía para la época invernal. De pasito fui
metiendo también mis sueños frustrados y las alas rotas. Empezó un tiempo
bastante oscuro en mi vida personal y profesional porque, al fin y al cabo, el
trabajo paga las cuentas. Acudí a varias entrevistas de trabajo con el CV bajo
el brazo, algunas eran interesantes, otras definitivamente descartables. Y así
es como viene a dar en mi escuelita actual.
Como dice el título, sin duda, no
fue amor a primera vista. De hecho, unas cuantas veces estuvimos a punto de “terminar”
por malos entendidos pero como en todo, fueron el tiempo y el diálogo los que
me enamoraron de mi trabajo. Una de las lecciones aprendidas se plasma en la
cita de Eleanor Roosevelt “Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu
consentimiento” y uno solo requiere “serenidad y paciencia” para conocer el
nuevo entorno y hacer las cosas de la única manera que se debe hacerlas… bien!
Además, reconozco que por cada persona
loca, existen otros 5 locos divertidos con los que me ha resultado muy fácil
forjar una amistad. También aprendí que no solo el alcohol es un lubricante
social sino también la comida! Qué manera de tragar en esta oficina porque si
no son los motes, son los sánduches y si no es cualquier porquería que tenga
alto contenido calórico y que se venda en la tienda de la esquina.
No sé si sea mi manera de ser o
simplemente que tuve la suerte de encontrarme un grupo divertido, en su
mayoría, dispuestos a enseñar al que quiera aprender y eso sí, a molestar al
que esté de pato en turno, haciendo que la jornada laboral de 8, 9, 10 horas, se
vuelva realmente amena y haciendo que este pechito latino pueda disfrutar de su
trabajo.
Si bien extraño mi vida de “Dora,
la exploradora”, creo que es un momento de mi vida para sentarme, seguirme
formando, seguir descubriendo, seguir inventándome lo que no sé… y seguir
luchando desde la trinchera de turno.
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