viernes, 8 de febrero de 2013

Los problemas de una doble vida...


No puede ser que aún no tenga mi primer post del año y eso que el ambiente ya empieza a oler a fanesca. Tal parece que mis propósitos para el 2013 llegaron hasta cuando se acabó el “recalentado”, es decir, alrededor de la primera quincena.

Esto de tener una escuelita matutina y otra nocturna se ha confabulado para que mi relación con las sábanas de mi cama sea aún más estrecha por el poco tiempo que compartimos últimamente. Mi jornada empieza últimamente a las 5 de la mañana – incluso antes de que suene el Himno Nacional en la radio – cuando con los ojos cerrados me pongo algo deportivo, me deslizo a la caminadora para correr a ojo cerrado al ritmo de “Eye of the tiger” o del noticiario.

Luego, me arrastro lentamente a la ducha donde los chorros de agua fría me despiertan de ese profundo letargo, escojo lo primero que encuentre en el armario y me lo pongo encima. Arreglo la cama – eso implica que estiro las cobijas para esconder el desorden en poco menos de dos minutos –. Preparo el desayuno compuesto por yogurt y huevo en cualquiera de sus presentaciones. Por último, me ubico en la misma silla de siempre para ponerme a estudiar y hacer deberes; cuando me doy cuenta, tengo menos de 10 minutos para llegar a la oficina y solamente dos patitas que harán el trabajo así que agarro la mochila y salgo corriendo por el mismo camino de siempre, mirando de reojo a los mismos desconocidos cotidianos que tienen su rutina, al igual que la mía en el trayecto a mi escuelita.

Varias veces he llegado despeinada, desprolija y sin aliento. El día en la oficina empieza temprano y hay épocas en las que no alcanza el tiempo para levantarse ni al baño pero otras veces, es más ligero y puedo robarme unos minutos para completar asuntos de la escuelita nocturna. Ahora, los libros que compré con ilusión en la Feria del Libro del año pasado, tendrán que esperar porque en el bolso me acompaña la economía, la planificación y teorías de desarrollo.

Pero sin duda, es importante buscar, incluso robándole minutos al día, el tiempo necesario para ser esposa, hija, nuera, hermana, amiga e incluso, bloguera y twittera empedernida.

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