Las cosas no mejoraron en la escuela. De vez en cuando, mis papis tenían que acudir a los llamados de las monjas para escuchar la retahíla de reclamos por ser "muy inquieta", por "reírme muy alto"o por "causar disturbios con las otras compañeritas". Mamá amenazó con sacarme de la escuela y comprarme un cajón para limpiar zapatos si no mejoraba mi comportamiento.
Las cosas no mejoraron en el colegio. En primer año del colegio, nuevamente, tuve que asistir al rectorado con mis papás porque tenía un bajo promedio en Disciplina - definitivamente, es la "materia" más difícil - pero se pudo negociar la condición de la matrícula.
Las cosas no mejoraron en la universidad. Yo me sentaba atrás, molestaba a mis compañeros - por primera vez compartía las aulas con muchachos - y más de un profesor creyó que hice trampa cuando recibió mi primera calificación de las pruebas. Me costó ganarme un espacio pero al final, hasta me gané una beca. Creo que la Universidad fue el espacio más feliz de toda mi vida académica y aún extraño esos momentos de ocio en el parque central o los viernes felices en cualquier bar de mala muerte.
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En fin, creo que el mundo tiene razón: tengo un genio del diablo y serios problemas de actitud. Respecto al primero, lamento mucho lo que sufre el hubby, respecto al segundo... me encantan!
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