Después de dos meses de planificación loca tanto en mi vida
profesional como en mi vida personal, ha bajado la marea y poco a poco todo
vuelve a la normalidad en el Ani Mini Mundo. (Aunque aún nos queda el ajetreo
de la mudanza).
Han sido dos meses de mucho estrés y de mucha presión. Nunca
me imaginé que algo tan hermoso como nuestra boda eclesiástica iba a ser motivo
de tantas discusiones pero creo que así es esto y agradezco que saliéramos
ilesos de esta etapa.
Nunca me he visto a mí misma como una princesita y hasta
pensé que el vestido se me vería ridículo pues iba a quedar como una gran
piñata blanca que tiene que luchar toda la noche para pasar por lady. Sin embargo,
al entrar a la iglesia con mi gran vestido blanco, con el velo cubriendo mi
rostro, con mi padre sosteniendo mi brazo y ver a mi esposo esperándome en el
altar… Todos mis miedos desaparecieron.
Está mal decirlo pero me sentí la mujer más hermosa y más
afortunada de mundo. Los ojitos de los novios resplandecían más que los flashes
de las cámaras y tuvimos una ceremonia maravillosa que culminó con uno de los
besos más dulces de la historia, como si fuera el primero. El caminar de su
brazo mientras los invitados nos felicitaban y nos arrojaban el arroz, fue una
experiencia llena de emociones, difíciles de describir.
Al ingresar al hotel donde todos nuestros amigos y
familiares nos esperaban, sonó “You’re still the one”, nuestra banda sonora por
el resto de nuestras vidas. El vals con mi papi fue uno de los momentos más
emotivos, que casi me desprenden las pestañas postizas que me pusieron durante
la tortura del peinado y el maquillaje. Nuestro primer baile como esposos ante
Dios fue “This years love” que lo bailamos como si fuera bolero… pegadito,
pegadito.
Pocas veces en la vida uno puede reunir en un mismo lugar a
toda la gente que quiere con motivos de celebración. Es más frecuente
encontrarlos en hospitales y funerales. Pero ahí estaban, incluso
retransmitiendo en vivo para Orlando con todo el cariño del mundo. Así comenzó
el matrimonio de los Leoncitos y los Toritos.
Al final, empezó la farra. Simplemente espectacular! Zapatos
afuera para compartir con amigos y familia de una vasta gama de géneros musicales.
Bailamos sincronizadamente la macarena y lo intentamos con el meneíto pero
fracasamos cuando el novio empezó a pisarme la cola (Del vestido), perreamos
sucio y hasta abajo y el vestido de novia nos permitió jugar al torero al son
del Toro Barroso hasta la madrugada cuando los novios se dieron a la fuga poco
antes de que se apagara la música.
Y así es como llegué al final de este post pero este es el
inicio de las nuevas aventuras de Ani y Fer.